Gustavo Adolfo Bécquer se mira en el espejo de la tradición y crea su propio mundo poético.
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida (1836 – 1870 ), más conocido por
Bécquer, apellido que ya su padre había elegido de sus antepasados flamencos, tuvo una vida breve pero intensa. Le tocó en suerte vivir en uno de los periodos más convulsos de la historia española, a caballo entre el atraso secular de una sociedad que viajaba en diligencia y otra que empezaba a subirse al tren recién estrenado que representaba la esperanza en el progreso.
Su vida se vio marcada por su temprana orfandad sin recursos en Sevilla. Como tantos otros, fue víctima de la crisis política del momento, con el perjuicio añadido para él que significó la pérdida de sus versos y finalmente la muerte de su hermano
Valeriano al que sólo sobrevivió tres meses.
GAB es hoy considerado como un clásico por la pulcritud de su prosa y la desnudez y autenticidad de su poesía que ha servido de guía para generaciones posteriores, pero que sólo le permitió malvivir en vida. Su muerte tan temprana convirtió su producción literaria de juventud en la definitiva y única.
En efecto,
GAB nace quinto en una familia de ocho hermanos. Su padre es pintor de tipos y costumbres andaluces. Vive en Sevilla hasta los dieciocho años que marcha a Madrid. A los cinco años queda huérfano de padre y a los seis de madre. Los libros de la biblioteca de su madrina representan el primer contacto con la literatura que le empieza a apasionar. Practica la pintura con su tío.
En 1854 su amigo,
Julio Nombela, se va a Madrid, él lo sigue con la determinación, la inocencia y la ingenuidad de sus dieciocho años. Sin más apoyo que su pluma ágil, dispuesto a vivir de lo que le gusta hacer. Sin más maleta que su talento literario, aún por descubrir. No le fue mal en las redacciones de los periódicos. A cambio de un magro estipendio, estos jóvenes periodistas de pluma suelta veían negro sobre blanco sus creaciones poéticas, de prosa o de teatro al tiempo que eran reconocidos por un público lector que los seguía. Algo que se daba con frecuencia en escritores de la época y que todavía perdura; los mejores columnistas suelen coincidir con los literatos más populares:
Javier Marías, Vila – Matas, Muñoz Molina, Prada, Pérez Reverte, Almudena Grandes o
David Torres.
La escritura le salva de periodos depresivos que coinciden con los altibajos físicos provocados por su salud débil. Los viajes ayudan. Viaja cuando los achaques se lo permiten. Además de periodista, GAB está empeñado en sacar adelante una historia de las iglesias españolas en la que realza el trabajo combinado de arquitectos, escultores y pintores; artesanos todos que dieron lo mejor de ellos para exaltación de quien les pagaba y les dejaba vivir de su trabajo. Sólo salió el número sobre la catedral de Toledo. Algunos intentos en teatro y zarzuela le llevan a la ruina o son insuficientes para sostener su economía y SEM…
Es paradójico que quien tan poco material tiene que perder, presente tintes conservadores en su obra. Como periodista tiene que dar su punto de vista sobre abundantes cuestiones de su tiempo que apoyan a su benefactor González Bravo. A través de él fue censor de novelas y consigue una subvención para que Valeriano pinte cuadros costumbristas.
Después del 68, comenta las famosas acuarelas sobre Isabel II, que firma como SEM.
LAS MUJERES Y EL AMOR
El amor es el tema más importante de su obra poética. Piensa que el amor es el motivo que habrá de conmover y mover la vida del hombre. Varias mujeres se cruzan en su vida. Con
Casta Esteban tiene una relación tormentosa y tres hijos; se duda de que hiciera honor a su nombre fuera del matrimonio.
Julia Espín lo introduce en la música, que tan importante será en su poesía.
Julia Cabrera guarda el recuerdo de su época de adolescente sevillano y
Alejandra le cuida y ama en Toledo, al final de su vida. Entre los dos extremos del paréntesis aparecen dos
Elisas: Rodríguez y Guillén. Sin embargo, lo más llamativo es que en sus poemas figura siempre la mujer desconocida lo que podría reflejar un problema de comunicación. No puede haber verdadero amor sin sosiego, ni acercamiento sin confluencia física y afinidad.
AMIGOS Si ellas representan el objeto deseado, ellos son figuras cercanas de carne y hueso, encabezado el grupo por su hermano
Valeriano. Ellos le arropan en su enfermedad y comprenden su genio literario. Se trata de
Julio Nombela, Rodríguez Correa, Augusto Ferrán, (el más influyente porque conocía la corriente poética germánica) y el político
González Bravo que tuvo que hacer frente al
1868. GAB le acompañó en el destierro parisino. Adivinó al gran poeta. Si hubiera sobrevivido a los episodios del 68, habría publicado su poesía. Nunca sabremos qué fue lo que se perdió en el saqueo de su casa de Madrid. Tenía un manuscrito con la obra poética que
GAB le había entregado un tiempo antes.
MUERTE
Es un tema que se intuye en la lectura de su obra. Sabe que su salud es endeble y que el fin está cerca. Por eso escribe con prisa, como si en su lucha por sobrevivir, estuviera corriendo contra el reloj de una vida que se le escapa sin dar todo lo que lleva dentro. Del escaso apego que muestra por su obra da fe la destrucción de sus cartas en el fuego, en ellas seguramente expresaba sus verdaderos sentimientos. Así escribe sobre su futuro sombrío en
La Introducción Sinfónica:
"Tal vez muy pronto tendré que hacer la maleta para el gran viaje; de una hora a otra puede desligarse el espíritu de la materia para remontarse a regiones más puras. No quiero, cuando esto suceda, llevar conmigo, como el abigarrado equipaje de un saltimbanqui, el tesoro de oropeles y guiñapos que ha ido acumulando la fantasía en los desvanes del cerebro". Muchos de los datos e ideas de este resumen están obtenidos de la introducción de Francisco Lopez Estrada y Mª Teresa López García - Berdoy de Rimas y Leyendas de Biblioteca Austral. Otros de Desde mi Celda y Rimas de Biblioteca Clásica Castalia.
Este comentario pertenece al club de lectura que desde La Acequia dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.