martes, 20 de septiembre de 2016

Cartas Marruecas (4) José Cadalso. Soñar para contarlo.







 "Yo no hallo voz en castellano que exprese la idea que me inspira."


Cartas Marruecas (4) 
José Cadalso 

La carta número nueve es una defensa de la actuación de los primeros conquistadores en América, motivada por los ataques que ha sufrido de los enemigos del imperio español a lo largo de la historia. El texto, estructurado en veinte puntos, es el traslado a las cartas de un papel leído por Nuño acerca de la conquista de Méjico, sustanciado en el liderazgo de Hernán Cortés. El intento de imparcialidad de Nuño parte de la – a su parecer- injusta acusación de crueldad a la intervención de los españoles durante la conquista por parte de los humanísimos países que “van a las costas de África a comprar animales racionales de ambos sexos,  a sus padres, hermanos, amigos, guerreros victoriosos, sin más derecho que ser los compradores blancos y los comprados negros; los embarcan como brutos, los llevan millares de leguas desnudos, hambrientos y sedientos; los desembarcan en América; los venden en público mercado como jumentos, a más precio los mozos sanos y robustos, y a mucho más las infelices mujeres que se hallan con otro fruto de miseria dentro de sí mismas; toman el dinero; se lo llevan a sus humanísimos países, y con el producto de esta venta imprimen libros llenos de elegantes inventivas, retóricos insultos y elocuentes injurias contra Hernán Cortés por lo que hizo.” Contrapeso de la leyenda negra. 

A juicio de Nuño, Cortés es un subordinado militar que acata órdenes. Posee carácter de héroe porque pone orden en la tropa que manda, termina con los ídolos que exigen sacrificios humanos y apacigua a los nativos. Maestro y ejemplo en la lucha de pocos contra muchos. Y sobre todas las razones, le parece ejemplo de heroísmo sin igual humillarse ante quienes va a conquistar. Apaga y vámonos si quemar los barcos para impedir la retirada de los suyos, no es humana valentía. La Noche Triste y la batalla de Otumba. Tener la moneda y lanzarla al aire; vencer o morir sin fisuras. Además, si todo lo anterior supiera a poco, Cortés cuenta con la sagacidad suficiente para buscarse aliados entre los nativos y aplicar el castigo a los traidores con rigor. Concluye la reflexión aceptando que se mató mucho y mal sobre todo en el Perú, pero si le dieran a escoger entre morir defendiendo a los suyos y ser llevado con padre, mujer e hijos a miles de leguas hacinado en un navío, comiendo habas y agua podrida para ser vendido como esclavo y después trabajar en trabajos que nadie quiere hacer, habría elegido la suerte de los primeros. Ya pueden, “los continuos mercaderes de carne humana” contarlo en prosa o en verso, en homilías infumables o panfletos sueltos. 





"Deja a la posteridad un ejemplo de valentía, nunca imitado después, y fue quemar y destruir la armada en que había hecho el viaje, para imposibilitar el regreso y poner a los suyos en la formal precisión de vencer o morir: frase que muchos han dicho, y cosa que han hecho pocos." 

La poligamia está mandada por la religión y autorizada por el gobierno en Marruecos. La religión la prohíbe y la costumbre la tolera en Europa. Gazel observa, escucha a unos y a otros y concluye que los musulmanes varones no tratan peor a la mitad hermosa del género humano. En ese momento invade España con rapidez una casta nueva y peligrosa que hará del país una nación de bárbaros si no se ataja a tiempo. Se trata de una colección moderna de petimetres que secan los mares, que tratan a las mujeres con desapego de gallo de corral: usar y tirar. No son moros ni tienen serrallo, pero juran que entre las que asaltan, las que capitulan y las que se entregan sin aguantar el sitio, suman por día más que los moros en toda su vida. Malditos don juanes. 

Observa que a pesar de la relajación de costumbres,  aún quedan matronas dignas de respeto que nunca admitirán un yugo tan duro e ignominioso. Las débiles las respetan. 

En la carta número veinte Ben-Beley agradece a Nuño la ayuda que le presta a Gazel para que comprenda los usos y costumbres de los españoles. De paso le pide opinión sobre el adagio tantas veces repetido de que España es diferente a todo: carece de carácter propio, que es el peor carácter que se puede tener. 

A vuelta de correo Nuño le escribe una carta no muy larga, pero bien estructurada. Le señala que esa apreciación puede corresponder a las costumbres de Madrid, pero España es mucho más. Si viaja a las provincias de interior, comprobará que las cosas están igual que hace tres siglos. Allí persisten el comercio bajo mínimos, los malos caminos y la escasa diversión. Por lo tanto, “los hombres están compuestos de los mismos vicios y las virtudes que sus quintos abuelos.” En medio de la decadencia del carácter nacional, de vez en cuando se descubren señales del espíritu antiguo. Por cada español que muestre tibieza en la fe, siempre habrá un millón que saque la espada para defenderla. Por cada español que dé el callo, que se entregue a su trabajo todo lo que pueda, siempre habrá un sin número que pliegue el chiringuito para ir a las Asturias a buscar ejecutorias y vivir del cuento. 




 "Esta libertad en el trato, que tanto te hechiza, es como la rosa que tiene las espinas muy cerca del capullo."


En general, la idiosincrasia del español tipo tiene un componente de religión, de valor y amor a su soberano. Vanidoso por naturaleza, desprecia la economía y presenta propensión al amor. Todo ello forma un conjunto de virtudes y defectos sobre los que hay que actuar para que éstos disminuyan y aquellas aumenten. “Imposible aniquilar lo que es parte de su constitución.” 

A continuación, da tres ejemplos de cómo lo que a veces se defiende como tradicional tiene corto recorrido histórico. La moda: un traje muy incómodo que se defiende porque es español y bueno cuando en realidad fue introducido y puesto de moda por la casa de Austria. La filosofía de Aristóteles, desterrada en Europa, se sigue defendiendo aquí porque se considera un símbolo de la religión,  cuando en realidad el método nos vino también de fuera. Algo parecido ocurre en el ejército al defender la antigua disciplina española, la sabia disciplina que hizo florecer los tercios en Flandes e Italia, cuando en realidad es una copia de los ejércitos franceses de Luis XIV que eran aliados, como ahora lo son los del emperador prusiano Federico. Y concluye la epístola con una sentencia: “El patriotismo mal entendido, en lugar de ser una virtud, viene a ser un defecto ridículo y muchas veces perjudicial a la misma patria.” Por confundirse con nacionalismo exaltado que impide ver los defectos y llegar al fondo de los problemas, reconocerlos, como primer paso para remediarlos.


Sin prisa pero sin pausa, 
esos carcamales 
organizan sus cruzadas 
contra el hombre libre
 más o menos responsable 
de todos los males 
porque piensan por su cuenta. 
Sueñan y lo dicen.
Joan Manuel Serrat






El presente  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Esta es una de las partes más interesantes del libro. En efecto, hay una visión en defensa de la nación española frente a los ataques de las potencias rivales, de la visión negra de la historia, confrontándola con la historia de esos mismos países que atacan a España. Y esa defensa de la España varia, múltiple, diversa... qué lección para hoy.
Y gracias por Serrat, claro.

Abejita de la Vega dijo...

Veían la paja en el ojo ajeno y no la cita en el suyo. Esas potencias cargaron las tintas en la leyenda negra española. La suya de blanca no tenía nada.
Cadalso es un patriota a pesar de haber sido educado en Francia y en Inglaterra. No rancio ni se avergüenza de haber nacido a este lado del Pirineos.
Buena lectura la tuya. Un abrazo Pancho.

Abejita de la Vega dijo...

Y no la viga.
Ni rancio.
Corrector ay.

Myriam dijo...

Leyéndote, Pancho, se ve con claridad como
Cadalso busca siempre el Justo Medio. Por ejemplo,
critica a España en cuento a su atraso, pero
la defiende de los ataques de sus enemigos o
de los no tan patriotas, como él, en el buen sentido.

Un abrazo

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:

¡Ay, "los conquistadores" soldados y los de corazones! ¡Y el patriotismo mal entendido! Creo que los humanos somos incorregibles.
Esas buganvillas, en esas paredes tan blancas, con esa luz y ese mar. Y las gentes, tener que abandonar toda esa belleza y lanzarse a la aventura para traer el oro de otros pueblos y desangrarse todos a favor de unos monarcas y sus palacios, y levantar iglesias y conventos para la salvación eterna.
En fin.

Abrazos
P.D.: Tengo trabajo para doscientos años, pero en un libro antiguo...