miércoles, 15 de abril de 2015

Entre visillos (8) Carmen Martín Gaite. No se asombren







"He comprado un membrillo grande y lo hemos repartido entre unas cuantas"


Entre visillos (8) 
Carmen Martín Gaite 

Regresa el diario de Natalia a la novela con ese estilo alborotado de adolescente inquieta que escribe a borbotones, que mezcla unos temas con otros, calco de la lucha por poner orden y concierto al aluvión de ideas que se agolpan en su cerebrito pugnando por escapar de la sombra del olvido, salir a la luz escrita de su diario. 

 Las compañeras del instituto la reciben con alborozo. Viene cambiada y apocada. Ha pasado un mes en cama porque el médico le ha mandado reposo. Alicia le deja el nuevo horario y los apuntes de las clases perdidas. Alicia ya se pone medias; Natalia, calcetines largos hasta las rodillas. A santo de qué va ella a dejarse quitar los zapatos de lluvia usados. Su hermana Mercedes anda detrás de ellos. El profe de matemáticas ha faltado y salen una hora antes. Natalia y Alicia vuelven juntas a casa. Aprovechan para entrar en una iglesia a curarse las heridas. Natalia observa la tristeza que embarga a  su amiga, cómo llora al rezar con la cara tapada entre las manos abiertas. Que no la vean entrar en casa con los zapatos mojados por haberse saltado el reposo. Cenan a las nueve y media como siempre en invierno. 




"Pasado el campo de fútbol hay muchos baches y saltaban  las piedras contra las aletas"


El día de Todos los Santos llaman al taxi de Enrique para que lleve a toda la familia al cementerio. Hay muchos baches después del campo de fútbol del Calvario. Hacen el recorrido de todos los años por las tumbas de los familiares y conocidos. Los crisantemos más frescos y mejores los guardan para mamá. Todas lloran un poco, a excepción de Natalia que no la conoció. Se la imagina distinta a la foto ovalada incrustada en el mármol frío. 

 Pablo, el profesor de alemán, un día las alcanza al salir de clase y habla con ellas. Qué embarazo, se le atraganta el bocadillo que va comiendo. No hace exámenes, da aprobado general. Le extraña que las alumnas no pongan interés en aprender. De dónde habrá salido un profesor que no sabe que ellos no estudian más que para los exámenes (qué de antes me he vuelto, pero es lo que observo). Lamenta la timidez del momento, haber sido incapaz de expresar con desenvoltura la satisfacción y alegría que le abrumó porque el profesor se hubiera dignado a acompañarlas, hacerles caso y hablar de todo con ellas. El ridículo del silencio que se instala entre los dos le sienta fatal cuando Alicia llega a su casa y continúan los dos solos. Qué azaro por tanto querer saber qué iba a estudiar después del instituto. Qué rabia la falta de palabras para expresar la situación en casa. Era la menor y las hermanas no habían ido a la Universidad. “Sólo balbuceos y frases sin terminar.” La había invitado a un café y lo había rechazado, no fueran a verla. Y ahora estaba allí corriendo por toda la ciudad en su busca sin encontrarlo, excusándose a su tía Concha que volvía del rosario. Vueltas por la plaza, miradas a los cafés. Al oscurecer baja al río y nada, como un esquivo galán que se hubiera evaporado. 




"Me bajé hacia el río. Me puse a imaginar cómo sería nuestra conversación si me lo encontrara."


 Entra en casa de Alicia. Su madrasta utiliza el salón de peluquería. Hay que dedicarse a mil cosas para sacar adelante a la familia en tiempos de mudanza. La ayuda a resolver un problema fácil que se le había atravesado. Total, no va a seguir estudiando. Sacará unas oposiciones de Correos o de Renfe que es lo más seguro y solo piden Bachillerato.

“Si lloras porque has perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.” Teo decide encerrarse para preparar Notarías también, función sanadora del estudio. Ha perdido el tren y puede perder el autobús si sigue con los lamentos. Buena gana de vender penas por la leche derramada. El capítulo es un cuento independiente, con entidad en sí mismo, sigue los cánones más ortodoxos de las historias con planteamiento, nudo y desenlace. Se entendería perfectamente si lo leyéramos aislado del conjunto. Se manifiesta a grandes rasgos el ideal de la clase media alta. Las sutiles maniobras de sus componentes, decididos a ejercer la endogamia. Convencidos defensores del coto cerrado, la pertenencia al club exclusivo, su clase social. 




"La catedral estaba amoratada contra unas nubes color guinda"


 Las amigas acuden a visitar a Elvira porque saben que allí se aloja un buen partido. “Chico maduro, pero juvenil;  respetable, pero deportista.” Se imaginan ellas un futuro lleno de estrenos y conciertos. Masaje de pechos después de cada hijo y “dietas para adelgazar sin dejar de comer.” Elvira tiene a su Emilio a mano y bien domado. Se junta a estudiar con su hermano algunas tardes. 

 “Necesito saber que me quieres, estar seguro, si no, ¿de dónde voy a sacar las fuerzas para estudiar? Estudio sólo por ti, ¿tu quieres que estudie, verdad?” Inquiere el dócil galán amargamente. 
 -“Claro que quiero” concluye ella. Pero le falta el “te” entre sujeto y el verbo que dé sentido a lo requerido por él. 

 Pablo le aconseja que se aleje de ella, que el aire fluya por el hueco entre medias, que le dé el sitio adecuado. Ella vendrá a buscarle, como comprobamos al final de la historia: “No, no vamos a esperar a nada. Nos casamos en seguida, en la primavera o antes.” Cuando comprueba que no hay nadie que rompa el silencio que se pone entre los dos y ella estalla en lágrimas de rabia contra el mundo entero (Las torrenciales  Cataratas del Niágara, la quinta parte del agua limpia de todo el mundo en los ojos de Elvira ...). Ahí fuera “hace frío. Esta noche va a caer escarcha.”



Después de, no se asombren,
registrar, a su nombre,

mi chalet adosado,
mi visa, mi pasado,
su prisa y su futuro,
dejándome tirado
y sin un duro.
Joaquín Sabina







Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El capítulo en el que se relata este encuentro con el profesor de alemán es uno de los más interesantes de la novela para demostrar el perspectivismo de la novela cuando lo pongamos en relación con la versión de él, más adelante. Un habilidoso juego de Martín Gaite, de lo mejor de esta novela.
Y siempre Sabina.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

No se puede explicar mejor a como lo ha hecho el profesor
Los recuerdos de Pablo Klein coinciden con el modo sincero de plasmar Natalia en su diario la realidad. Encajan las dos versiones, al contrastarlas.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Natalia es una chica rara que no sueña con un esposo notario sino con ser algo por sí misma. El profesor de alemán le da un consejo estereotipado y Natalia florece, el consejo hace efecto. Pero a Pablo Klein le importa un pito todo. ¡Qué membrillos tan hermosos!

Vives la novela .

Besos

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, pancho:

Discrepo de Abejita de la Vega, en lo referente a Pablo Klein. Al personaje, no le importa un pito todo, al contrario. Observa, pero le ocurre como cuando de niño habitó en esa ciudad cargada de apariencias con su padre. No encajaban allí entonces, ni podía adaptarse cuando regresa él solo.
Algo que se desprende en la novela, es la importancia de los comentarios de unos y otros, que llegan a cambiar las propias decisiones y el actuar con libertad.
Lo iremos viendo en tus entradas restantes.

Abrazos

P.D.: Del membrillo no quiero decir nada. Evito tenérmelo que confesar.

Abejita de la Vega dijo...

Eso es lo bueno disentir. Una novela tiene muchas lecturas.
Pedro Ojeda dijo respecto a Pablo Klein:
"Me parece central el que tienen Natalia y Pablo. Aquella, para este, no es, en realidad nadie. Puede decirse que cuando habla con ella discursea. De hecho, el encuentro en la estación al final de la novela delata el verdadero carácter del profesor alemán: no quiere comprometerse con nada, en realidad. Sin embargo, lo que le dice a Natalia fortalece en ella la voluntad de vivir su propia individualidad por encima de cualquier presión familiar o social, para ella sí es trascendente porque le cambia la vida"

Besos

Gelu dijo...

Buenas noches, pancho:
Con tu permiso, para Abejita de la Vega:

El encuentro en la estación me parece clave. El profesor ha pasado por la ciudad, y de alguna manera a Natalia sus palabras le darán fuerza para luchar por la continuación de sus estudios.
En Emilio, Pablo ha encontrado un gran amigo. Y él, demuestra -con su manera de actuar- lo que es amistad de la buena, al ayudarle y luego optar por marchar de la ciudad para no volver.
Seguiremos, según vayas aportando las entradas restantes.

Abrazos.