sábado, 15 de noviembre de 2025

Luces de bohemia (1) Valle-Inclán. Vamos a perder los alamares.

 


“Con cuatro perras de carbón, podíamos hacer el viaje eterno” 


Luces de bohemia (1) 
Valle-Inclán 

La primera versión de Luces de Bohemia se publica en doce entregas en el semanario “España”,  de julio a octubre de 1920 (España entera de luto porque acababa de morir el Rey de los toreros, Joselito dejaba su vida en la plaza de Talavera), de ahí seguramente el carácter un tanto fragmentario e independiente de las escenas, lo cual no quiere decir que no haya temas, personajes y elementos comunes como el décimo de lotería que le dan unidad y coherencia a la obra. 

Valle-Inclán obtiene escaso beneficio económico por Luces de bohemia (no es la Lux de Rosalía) pues no se representa en España hasta 1970. No obstante, los premios Max de teatro toman el nombre de Max Estrella, el protagonista del drama. 

Se considera a Luces de bohemia el primer esperpento de Valle –Inclán, pero el germen hay que buscarlo en Las Sonatas (esa pequeña joya escondida de las letras españolas), el Marqués de Bradomín –feo, católico y sentimental- no deja de ser una parodia del mito del don Juan, de hecho Valle introduce al Marqués como un personaje más de la obra cuando Max está ya de cuerpo presente. Cómo me recuerda al final del Tenorio de Zorrilla, Valle funde tradición teatral e innovación. 

Luces de bohemia es una odisea nocturna, el viaje de una noche plena de aventuras con final desgraciado. En Luces hay unidad de tiempo, todo ocurre en una noche madrileña de farra, de modernistas bohemios y hambrientos. Los personajes forman un catálogo bastante completo de la sociedad madrileña que no duerme por la noche, encabezados por los dos protagonistas: don Máximo Estrella, poeta ciego y pobre de pedir, y don Latino de Híspalis, un vivales sevillano que le sirve de lazarillo. Cada escena ocurre en un lugar diferente y tiene entidad por sí misma, lo cual dificulta la representación. Se trata de ambientes cutres de Madrid, degradados, inhóspitos y de mala nota, el Madrid “absurdo, brillante y hambriento” donde se cruzan los caminos de la gente, retratados con la brillantez de la pluma alada de Valle-Inclán que se empeña en mezclar la cochambre de las películas de Torrente con la alta cultura de Proust o Joyce que también lo mezclaba todo. 

Escena primera 
Una anotación escueta, con gran riqueza léxica y abundante información sobre el lugar y los personajes: Don Máximo Estrella y su mujer, Madama Collet, rubia francesa. Max es un andaluz con acento, poeta ciego importante porque compone odas y madrigales como Fray Luis y Garcilaso. La buhardilla es austera y mira a poniente, llena de luz, “penumbra rayada de sol poniente”. 

Max requiere a Collet: “Vuelve a leerme la carta del Buey Apis”. El culto al toro, animal sagrado en los países que miran a la bañera de Ulises, la eterna lucha por la vida encarnada en la suerte y la muerte en el ruedo, alza el telón. Así llaman al director del periódico que le quita el trabajo, como un dios de poderes sobrenaturales que lo deja en la miseria sin los veinte duros de jornal. Collet le propone que escriba una novela para que puedan vivir de la escritura aunque sea un arte inferior al teatro y a la poesía. 

“Con cuatro perras de carbón, podíamos hacer el viaje eterno”.  Max propone un suicidio familiar colectivo, pero Claudinita es demasiado joven y le queda toda una vida por vivir. No sospechan que la parca acecha y los habrá llevado por delante a los tres al día siguiente. Valle anuncia la redondez del drama con esta frase apabullante, la mala combustión del cisco del brasero será la causa de la muerte de las dos mujeres en la escena final. 

Claudinita no soporta a Don Latino, anuncia su llegada con una bella sinestesia: “¡Ya se siente el olor del aguardiente!” tan queridas por Valle. En el ínterin Max sufre una alucinación en la que puede ver La Moncloa durante un rato, como el habla de los perros Berganza y Cipión. Don Latino no trae nada del dinero sacado por la venta de unos libros. Pese a la oposición de Claudinita que sabe como acaban las salidas nocturnas de su padre: “¿Sabes cómo acaba todo esto? ¡En la taberna de Pica Lagartos!” , salen a la calle a ver si deshacen el trato de la venta de los libros a Zaratustra.


Niño, sube a la suite dos anisettes
Que hoy, vamos a perder los alamares
De purísima y oro, Manolete
Cuadra al toro, en la plaza de Linares





Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

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