Dibujo tomado de la edición infantil por Nicolás Gonzalez Ruiz
CAPÍTULO 2. 21
El galope de las yeguas engalanadas y el griterío de sus caballeros, que salían a recibir a la comitiva nupcial, hicieron que DQ y S interrumpieran su faena con el caldero en lo mejor. Los novios venían acompañados de músicos y danzantes, el clero y la gente más lucida, que no lúcida, del contorno. S sólo tiene ojos para Quiteria, resplandeciente como únicamente las novias lo pueden estar el día de su boda: “...chapada moza, y que puede pasar por los bancos de Flandes”. (Banqueros flamencos, famosos en su cometido – listos como pocos – que se llevaban el oro que llegaba de América para pagar lo que antes le habían prestado a la corona.) Para DQ, un tanto celoso de que su belleza se comparara con la de Dulcinea, la novia venía un tanto macilenta.
El que antes fuera el triste Basilio (sólo levantaba la vista para poner los dioses en su sitio) aparece ahora como un hombre gallardo, vestido con un “sayo negro, jironado de carmesí a llamas” para detener la ceremonia en un pasaje que se asemeja al desenlace de un drama. La escena deja boquiabierto al lector, que se rinde ante la maestría del autor al tejer una trama que hace creíble el desenlace.
Cervantes plantea el conflicto como un triángulo amoroso: dos pretendientes para la misma dama. La clave de la solución pasa por el más allá. La condenación eterna de un alma es algo que atormentaría a Camacho para el resto de su vida. El chantaje perfecto está tramado, el desenlace no puede ser más brillante y espectacular. Al dejar que Camacho se quite de encima la responsabilidad, permite que sea Quiteria, conchabada con Basilio, la que tome la decisión para no permitir que Basilio muera como gentil, sin sacramentos. La clave de la escena es la presencia del cura que da fe del engaño y certifica la indisolubilidad del matrimonio, una vez que la bella dama ha accedido a casarse con su vecino, pastor, bien adornado de habilidades.
El tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura.
Gerardo Trives dibujó.
La premura en la decisión, hay un hombre atravesado por un estoque, con el alma en los dientes y la intervención de los asistentes a la ceremonia, sobre todo la de DQ dando validez a la treta de Quiteria y Basilia instando a Camacho que consienta que Quiteria diga sí a los ruegos de Basilio, que con sus ardides logra rescatar a la que iba a ser de otro, diciendo: “...el tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura”, son otros elementos que hacen el desenlace creíble para el lector, además de sorprendente.
Seguimos observando cómo no se le concede autonomía a la mujer para tomar sus propias decisiones. Sólo puede decidir cuando Camacho ha dado permiso. A pesar de ello está claro que se sale con la suya, en un ataque al sacramento del matrimonio, por parte del autor, que aquí se nos muestra como un dogma vulnerable, debido a su rigidez y falta de flexibilidad, a través de la astucia. Triquiñuelas válidas para burlar la ley cuando ésta se hace dogma sin haber contado previamente con los que la sufren.
Quiteria se nos revela como una buena actriz, “…ella, más dura que un mármol y más sesga que una estatua,” al igual que lo hicieran otras mujeres de la obra como la también bella Dorotea y Casilda. ¿Habíanse ya casado la pareja? Parece claro que si al texto hemos de ceñirnos la comedia la habían preparado de antemano, vean si no:
“La esposa no dio muestras de pesarle de la burla…”
“…puesta de rodillas, le pidió la mano por señas, y no por palabras.”
“…la mano que me pides y quieres darme no sea por cumplimiento, ni para engañarme de nuevo,”
“…de lo cual coligieron todos que de consentimiento y sabiduría de los dos se había trazado aquel caso,” De todas formas nunca es tajante, vuelve a manejar la ambigüedad, como vemos por las frases entresacadas.
Con la sospecha de S, el autor ya nos prepara para el grito de “¡No «milagro, milagro», sino industria, industria!”pronunciado por el del sayo jironado, dejando a todos avergonzados y el consiguiente ruido de sables por la mañana. ¿Para qué llevarían armas los invitados si estaban de boda? Deberían saber que con el vino estorba todo y vienen las trifulcas. No era tan diferente la realidad del mundo caballeresco de DQ.
S abandona al amo, temeroso de que la comida de las tinajas se eche a perder, defiende las tinajas: por encima de su cadáver tendrá que pasar el que quiera tocarlas. Con los pies por delante tendrá que sacar a DQ quien quiera quebrantar la palabra de sus evangelistas, que es palabra de Dios. La intervención del cura será clave para que el argumento de DQ tenga validez y así detener la lucha cruenta que se prepara.
Para que el nombre del rico no quede manchado, no le importa mancillar el de la dama:”… si Quiteria quería bien a Basilio doncella, también le quisiera casada…”
"Lleváronse a DQ estimándole por hombre de valor y pelo en pecho"
La fiesta sigue sin DQ y S, que bien siente no seguir dando buena cuenta de tanto derroche, siguiendo ambos a la comitiva de Basilio.