jueves, 29 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (6) El casamiento engañoso. Miguel de Cervantes. Posada del fracaso







"Si acaso echan limosna de las ventanas y cae en el suelo, ellos acuden luego a alumbrar y a buscar lo que se cae"


Novelas Ejemplares (6)
El casamiento engañoso
Miguel de Cervantes

Doña Clementa Bueso, acompañada de don Lope, dos criados y la dueña Hortigosa, llaman a la puerta de la casa al sexto día de feria. Cinco personas de golpe para sacar de la cama a los okupas. La dueña se escandaliza de la ocupación con hombre incluido en el muestrario. A ella le echa en cara el abuso de confianza, su ida del pie a la mano. Estefanía pretende enredar a Campuzano diciendo que su amiga, la que se hace pasar por doña Clementa, quiere gastarle una burla a don Lope fingiendo que esa es su casa, como lo es todo lo que hay dentro para engatusarlo y casarse con él que la pretende. Una vez descubierto el enredo todo volverá a su estado natural, nadie podrá culpar a las mujeres de males artes por buscar marido honrado. Es legítimo. 

Salen ambos de la casa, la cambian por otra de bastante peor calidad donde están otros seis días sin que pase una hora sin pendencia porque como bien se dice: "la pobreza atropella a la honra." ( O bastante más bruto, pero igual de significante: "Cuando la miseria entra por la puerta, el amor salta por la ventana")

“¡Jesús, Jesús de la mala hembra!” Exclama la huéspeda cuando Campuzano le cuenta los pormenores de la pareja recién constituida. "¡Viva la verdad, muera la mentira!" Es el grito y procede a descubrir la maraña de embustes. Doña Clementa es la dueña de todo. Deja a su amiga Estefanía a cargo de la casa durante una visita a unos parientes que viven en Plasencia y aprovecha para aplicar unas novenas a la virgen de Guadalupe para ganar el cielo. No tiene más que lo que lleva puesto, pobre de solemnidad. Iracundo como un tigre de la Hircania, Campuzano coge la capa, desenfunda la espada dispuesto a reparar la ofensa. Para entonces ya la Estefanía le ha dado esquinazo. Hasta luego Lucas. Llevándose consigo las pertenencias del baúl creyendo que se lleva el oro y el moro,  (¿Será también incorrecta la expresión?) cuando resulta que todo es alquimia, pedrería de bajo coste comprada en los chinos. 



"Doña Clementa fue a visitar a unos parientes suyos a la ciudad de Plasencia"

Peralta le consuela: “Dad gracias a Dios que fue prenda con pies.” Así no tendrá que buscarla. Pero a él le molesta la afrenta, la honra mancillada. A los pocos días le entra la pelarela, se queda calvo como una bombilla y aquí está él, convaleciente, después de pasar los cuarenta sudores en el Hospital de la Misericordia para curarse. 

 Escucha a dos perros parlantes de los que acompañan a pedir a los Hermanos de la Capacha con una linterna para recoger las monedas que caen fuera de la cesta. Escucha atento la conversación durante dos noches seguidas. Como no le falta tiempo, con las claras del día anota lo que acaba de escuchar para que no se le olvide, dándole forma de diálogo. Peralta lo toma por loco entre aspavientos. Lo que faltaba, si ya dudaba sobre la veracidad del cuento de Estefanía, la tertulia nocturna de los dos canes le acaba de dar la puntilla, vuelven los tiempos de Esopo en los que hablan las zorras, los gallos responden y los perros hacen el coro. Le comenta que únicamente ha recogido en lo escrito lo que Berganza le cuenta, dará a la estampa las reflexiones de Cipión si “viere, o que ésta se crea, o al menos no se desprecie.” Cervantes fiel a su estrategia de crear expectativas en el lector.


En la posada del fracaso, 
donde no hay consuelo ni ascensor, 
el desamparo y la humedad 
comparten colchón 
y cuando,por la calle, 
pasa la vida, como un huracán, 
el hombre del traje gris 
saca un sucio calendario del 
bolsillo y grita 
¿quién me ha robado el mes de abril?
Joaquín Sabina






Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.



martes, 27 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (5) El casamiento engañoso. Miguel de Cervantes. Lenguaje de manos.





"Sacó la señora una blanca mano, con muy buenas sortijas"

Novelas Ejemplares (5) 
El casamiento engañoso 
Miguel de Cervantes 

El casamiento engañoso es un diálogo entre el alférez Campuzano y el licenciado Peralta en la posada de Valladolid en la que éste se aloja (“Pucela se desvela despeinada”). El alférez le cuenta al viejo amigo los avatares de la última parte de su vida. Representantes de las armas y las letras en buena armonía. 

 A primera vista, pudiera parecer que la estructura narrativa es clara, que no presenta mayores dificultades a la hora de ser identificada. Sin embargo, avisados por el profesor Ojeda, sabemos que hay truco. La segunda lectura requiere atención para descubrir dónde está el misterio y tomar alguna nota para después tener algo que escribir en la entrada. Ahí radica una de las mayores habilidades de Cervantes; hacer fácil lo complicado, la maestría que consigue para mezclar planos narrativos y formas de narrar sin que se note mucho, haciendo literatura del propio empeño, cientos de años antes que otros que pasan por el no va más de la innovación narrativa. Emprendemos la relectura con la idea de descubrir los entresijos; cómo está hecha la narración, su recorrido: cómo la personalidad acusada del autor trata con mimo los mimbres de la materia narrativa para tramar el armazón del relato y desembocar en un cartapacio escrito con lo recogido de un diálogo nocturno entre dos perros durante la convalecencia de unas purgaciones. Si hay quien dé más, que levante el dedo. 




"Estaba yo entonces bizarrísimo, con aquella grande cadena que vuesa merced debió de conocerme, el sombrero con plumas y cintillo"


 En efecto, el hospital de la Misericordia se encuentra a las afueras de la ciudad de Valladolid, más allá de la Puerta del Campo, entrada y salida de la parte más noble de la Villa y Corte. El alférez Campuzano ha pasado interno veinte días sudando catorce cargas de bubas que le pegó una mujer quizás en sólo una hora. Se encuentra con su amigo el licenciado Peralta que lo ve desmejorado, con palidez de muerte en el semblante, malo todavía, le suelta socarrón a modo de bienvenida: “Le hacía en Flandes, antes terciando allá la pica que arrastrando aquí la espada!” Le ofrece cama en su posada y el hospedado le cuenta con todo lujo detalles cómo conoce a Estefanía en la posada en la que vivía con Pedro de Herrera, ahora en Flandes. Mozo bizarro aquellos días, tocado de sombrero con penacho de plumas y cintilla. Las podía matar en el aire (su apostura las llevaba de calle) con su porte de pavo real recién llegado de servir en los tercios invencibles. “Queda abrasado con las manos de nieve,” atrapado por la dama aún joven, a la vez madura y vivida, medio embozada. Ella accede a que la vea más despacio en casa a cambio de promesas de montones de oro que el soldado le ofrece. "Accede a que la vea," qué manera de dar el visto bueno a las maniobras amatorias. 

Una vez en casa de la dama, Campuzano corteja, blasona, hende, raja, ofrece y promete todo lo habido y por haber para llevarla al huerto, pero la fortaleza resiste el sitio, todo el florilegio y palabras pomposas, más de cuatro días, “acostumbrada a oír mayores ofrecimientos y razones sin que llegase a coger el fruto que deseaba.” Ella se sincera con él a solas. Se confiesa pecadora, de baja cuna. Todo lo que tiene, lo tuvo que buscar sabe Dios dónde, siempre ganado con sus manos. Su hacienda asciende a dos mil quinientos ducados, son para el hombre al que entregarse, obedecer, regalar y servir. Afirma ser buena cocinera entre pucheros; mayordoma en casa; moza en la cocina y señora en la sala. Reutiliza las cosas, no tira nada y su real cunde más cuando es ella la que ordena el gasto. La perfecta casada, un tratado de buenas costumbres femeninas. Por si no fuera poco, busca mando que la ampare, la mande y la honre. Tanta sumisión y desinterés levanta sospechas del más ingenuo, aquí hay gato encerrado. 





"Seis días gocé del pan de la boda, espaciándome en casa como el yerno ruin en la casa del suegro rico."

 Campuzano, que según propia confesión tenía en esos años el juicio en los carcañales, hace números. Los dos mil quinientos del ala más los dos mil que calcula que valen sus cosas menores de joyería, son suficientes para retirarse a su aldea y sobrevivir entre los algodones de  una vida alegre y descansada. Allí mismo se concierta el desposorio. Los tres días que marca la ley de amonestaciones y al cuarto uncidos para siempre, enganchados a la yunta de Miguel Hernández. 

 Seis días como seis toros seis, seis días de feria, la magia de los seis días que dura el pan de la boda. Durante los cuales pisa ricas alfombras, aja sábanas de Flandes, se alumbra con candelabros de plata. Su mujer y la criada le bailan el agua alante. Aranjuez de flores parecen sus camisas, cuellos y pañuelos. Pero todo lo bueno se acaba “como se acaban los años que están debajo de la jurisdicción del tiempo.”


Deja que practique con tu cuerpo 
el lenguaje de las manos 
no le tengas miedo al frío 
planta cara al invierno 
y súbete a mi barca desnuda 
que en mi cuerpo es verano
El Barrio



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


Las ilustraciones son de la edición de Las Novelas Ejemplares de Ramón Sopena


jueves, 22 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (4) El Licenciado Vidriera. Miguel de Cervantes. Hueso de lujo






"Los escribanos han de ser libres, y no esclavos, ni hijos de esclavos: legítimos, no bastardos ni de ninguna mala raza nacidos"


Novelas Ejemplares (4) 
El Licenciado Vidriera 
Miguel de Cervantes 

El desfile de curiosos preguntones por la cara continúa. Uno de ellos se extraña de que entre los oficios que el licenciado ha criticado no esté el de los escribanos, que tan mala prensa tiene entre la gente del común. Conviene aclarar que el escribano era un funcionario relevante, de bastante peso en la sociedad, encargado de dar fe y marchamo de legalidad a todo tipo de transacciones y documentos, semejante a los notarios actuales, pero con más atribuciones. De ellos opina que aunque él sea de vidrio, no es tan frágil como para dejarse llevar por la corriente del vulgo, a menudo engañado. El licenciado Vidriera va a comprobar pronto, con Antonio Machado, que ser un aguafiestas se paga caro en esta sociedad:
 
¡Qué difícil es 
cuando todo baja 
no bajar también! 

El truco de Cervantes permite al protagonista loco nadar contra esa corriente sin levantar demasiada polvareda, el perfil bajo necesario para cantarle las cuarenta al más pintado sin llegar a ser un cenizo, nadar y guardar la ropa, su táctica guerrillera consiste en golpear, replegarse y así servir para otra vez. Le fatigan los murmuradores que muestran su maldad hablando mal de escribanos y alguaciles; no se puede pasar a otras ciencias si no es por la puerta de la Gramática. Los escribanos han de ser libres y no esclavos; legítimos, no bastardos. Son gente indispensable para el correcto funcionamiento de las repúblicas ordenadas. 



"Nadie se olvide de lo que dice el Espíritu Santo: Nolite tangere christos meos." (Que nadie toque a los ungidos,  en romance)


 Así mismo resulta enigmático en sus apreciaciones cuando se mete en camisas de once varas para que no le rocen, cuando se mete a juzgar ciudades en este país de colmillos afilados: “De Madrid cielo y suelo; de Valladolid, los entresuelos.” Proclama el sabio Atenas, centrando la suerte, como explicación a uno que no había entendido otro dicho parecido anterior: “De Madrid, los estremos; de Valladolid, los medios.” 

Considera que la suerte de los músicos es limitada porque su aspiración máxima muere en la cámara del rey. 

De las damas cortesanas opina que tienen más de corteses que de sanas. 

Sostiene que los templos son campos de batalla donde “los viejos acaban, los niños vencen y las mujeres triunfan.” 

Se deja picar de las avispas, también ellas, las domésticas, añejas avispas, tienen derecho a murmurar y desmoronar a aguijonazos los cuerpos de bronce eterno. 

De las religiones afirma que son los aranjueces del cielo, la huerta que Dios recolecta. Sus frutos se ponen a la mesa. De ahí se nutre el santoral, los privilegiados con derecho a silla para sentarse a su mesa. 

 Resumiendo, en los dos años y algo que Tomás fue hombre de cristal dice tales cosas que bien podría pasar por uno de los hombres más cuerdos del mundo. 

Un religioso de la orden de San Jerónimo, experto exorcista en sacar demonios del cuerpo de la gente, le sana y le vuelve a su juicio primero. Lo viste de letrado y lo invita a volver a la Corte. El retorno lo hace a nombre de licenciado Rueda, bastante más sonoro, noble y señorial que el despectivo Rodaja. Una suerte de  ensayo general para lo que hará después Cervantes con el desdoble Quijote - Quijano. Los muchachos lo reconocen y lo persiguen de cuerdo como lo hicieran de loco. Pronto lleva tras de sí más de doscientas personas. En vista de tan nutrida expectación a la redonda, toma la palabra para anunciarles que se ha venido a la Corte a buscarse la vida. Si no lo dejan, granjeará la muerte. Les pide ayuda, que dejen de perseguirle y les ruega que se pasen por casa a visitarle para hacerle las preguntas. Él se las responderá de pensadas mejor que antes lo había hecho de improvisado por las calles. 





"¡Oh Corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes, y acortas las de los virtuosos encogidos, sustentas abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los discretos vergonzosos!"

Las cosas no salen tan bien como esperaba porque a los pocos días, sometido a la tiranía del hambre asesina, se cree morir. Hasta el perro le abandona. Ni siquiera los amigos acuden a visitarle, como en el viejo tango de la Cumparsita. El autor le ofrece una salida para seguir viviendo, decide dar al licenciado Rueda una segunda oportunidad en Flandes, que se valga de la fuerza de su brazo, en vista de que su ingenio no le da suficiente para vivir. Dedicado a las armas, tiene su mármol y su día, crea nuevos lazos con el tiempo. Dejando  fama de soldado prudente y valiente al morir.


Lo poco que tenía lo invirtió 
en un hueso de lujo para el perro 
y en pagar al contado la mejor 
corona que encontró… 
para que hubiera flores en su entierro.
Fito Páez/Joaquín Sabina







Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.




lunes, 19 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (3). El Licenciado Vidriera. Miguel de Cervantes. Retales amarillos.





"Pasando un día por la casa llana y venta común, vio que estaban a la puerta della muchas de sus moradoras, y dijo que eran bagajes del ejército de Satanás que estaban alojados en el mesón del infierno."


Novelas Ejemplares (3) 
El Licenciado Vidriera 
Miguel de Cervantes 

La fama de las respuestas sabias y la mesura de las consejas a preguntas exigentes que ponen a prueba su sabiduría se extiende por toda Castilla como la pólvora. Roperas, mujeres de casa llana y venta del común, cornudos coronados, recién casados con trifulcas, azotados por el padre, maestros de escuela, alcahuetas y cristianos viejos con blasones adosados a la fachada principal de la vivienda encuentran todos alivio a sus preocupaciones en las contestaciones juiciosas del licenciado Vidriera. 

Un caballero de la corte manda a por Tomás Rodaja a Salamanca. Ahuecado entre la paja esponjosa hace las veinte leguas del camino hasta Valladolid. Para camino malo el de la horca. No le ocurre nada digno de mención en las jornadas del viaje entre las dos ciudades castellanas. Las aventuras del camino las reserva don Miguel para las historias dilatadas del otro loco manchego por tierras diferentes. El camino es un engorro, un accidente. El protagonista entretiene al caballero con su locura. Sale a la calle con guardaespaldas que le espanta a los muchachos y en seis días es conocido en todos los rincones de la ciudad (la magia de la media docena en el Barroco). No estima a los poetas - ¡Hay tan pocos buenos!- pero sí aprecia la ciencia de la poesía porque su buen manejo encierra en sí a todas las demás ciencias y llena el mundo de provecho, deleite y maravilla. Los poetas son intérpretes de los dioses como señala Platón; los malos son la idiotez y la arrogancia misma. 

 El licenciado Vidriera no es poeta, pero guarda en su faltriquera mil papeles escritos, fatigados por el uso, poemas preparados para ser dichos, presto siempre a tensar el arco de las cejas,  hacer corro de gente y recitar. Detesta la envidia que los poetas se profesan entre sí. Rechaza la manera de censurarse unos a otros. No soporta los ladridos de los jóvenes cachorros, modernos que ladran a los severos mastinazos antiguos. Desprecia las murmuraciones que caen sobre los poetas ilustres porque ahí es donde resplandece la verdadera luz de la poesía, pues tomada como alivio y entretenimiento, “muestran la divinidad de sus ingenios y la alteza de sus conceptos, a despecho y pesar del circunspecto ignorante que juzga de lo que no sabe y aborrece lo que no entiende.” 



 "sabe cada uno de vosotros más pecados que un confesor; más es con esta diferencia: que el confesor los sabe para tenerlos secretos, y vosotros para publicarlos por las tabernas."

Preguntado por la pobreza de los malos poetas, sostiene que es porque ellos quieren. En su mano está ser ricos si saben aprovecharse de las damas caídas en sus redes. Ricas gargantillas todas ellas de cristal transparente, con poderes para convertir la pisada tierra estéril en jazmines y rosas. Los buenos poetas se levantan ellos solos sobre el cuerno de la luna. 

Buscando razones para que el lector siga con la lectura, pocas profesiones se escapan a la agudeza crítica de la lengua del licenciado. Pega un repaso de cuidado a muchos oficios del momento que pueden torcer la justicia. Deja un extenso muestrario del día a día de amplios sectores de una sociedad estamental, fuertemente jerarquizada, aún hermética y dividida en compartimentos estancos. Los jueces, los letrados sustentando demandas injustas a sabiendas. El mercader que nos chupa la hacienda; los médicos con licencia para arrebatarnos la vida sin temor a castigo alguno; el boticario,  amigo del aceite de los candiles. La casta. Arrieros divorciados de las sábanas, marineros inurbanos, carreteros que cantan la mitad del tiempo y reniegan como mozos de mula la otra. Alcahuetas, azotados, libreros y pintores. Habitantes de la misma tierra, pero no del mismo planeta mental que los hombres de vidrio. Enfadados, cabreados todos con su fortuna como una epidemia de tristeza y malestar en la ciudad. 

La envidia común es el deporte nacional. Quedarse quieto, el mejor remedio. No hacer nada y echarse a dormir es el consejo contra el cansancio que le da a su guardián: “Duerme que todo el tiempo que durmieres serás igual al que envidias.” 



"Los marineros son gente gentil, inurbana, que no sabe otro lenguaje que el que se usa en los navíos; en la bonanza son diligentes y en la borrasca perezosos; en la tormenta mandan muchos y obedecen pocos"


No le tiene buena fe a los titiriteros, vagabundos que tratan con indecencia las cosas divinas, convierten el decoro y la gravedad sacramental en risa. Meten las sagradas escrituras en un costal y las hacen asiento en bodegones y tabernas. Valora a los comediantes. No engañan a nadie, sacan a la plaza pública su mercadería; al juicio y vista de todos. Se ganan el pan que les quita del hambre con el sudor de su frente. Gitanos perpetuos, siempre de lugar en lugar y de venta en mesón. Los autores han de hacer equilibrios malabares para cuadrar presupuestos, para vivir de su público. No habían llegado aún los tiempos de la magnífica noticia de los espectáculos subvencionados con dinero del común. La sociedad se implica en la cultura, una vez sustraídos los dineros que se empleaban en pagar la guerra del imperio por tierras de Europa. Y que por otro lado, tanto daño hizo después a los artistas en tiempos de crisis. Una vez que los espectadores nos acostumbramos al todo gratis, nos cuesta rascarnos el bolsillo para la cultura. Con todo, son necesarios en la república y en la monarquía “como lo son en las florestas, las alamedas y las vistas de recreación, y como lo son las cosas que honestamente recrean.” Palabras rotundas  de Cervantes, mastinazo viejo,ni pongo punto ni quito coma. 



Para el socio del limpia un carajillo,
 para el estraperlista dos barreras, 
para el Corpus retales amarillos 
que aclaren el morao de las banderas. 
Tercer año triunfal, con brillantina, 
los señoritos cierran “Alazán”, 
y, en un barquito, Miguel de Molina, 
se embarca, caminito de ultramar.
Joaquín Sabina


Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


martes, 13 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (2) El Licenciado Vidriera. Miguel de Cervantes. Embrujo traicionero.





"Las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos"

Novelas Ejemplares (2) 
El Licenciado Vidriera 
Miguel de Cervantes 

“De los hombres se hacen los obispos,” sentencia un muchacho de no más de once años que duerme su soledad a la sombra de un árbol en la ribera del Tormes. Así reafirma su clara voluntad de tomar las riendas de su vida desde tan joven ante dos caballeros que lo despiertan y lo sacan de su invisibilidad para los demás. 

El muchacho dice llamarse Tomás Rodaja. Los dos caballeros lo acogen como criado a cambio de los estudios que se suelen dar a los sirvientes en la Universidad de Salamanca. Destaca pronto por su memoria prodigiosa, también por la diligencia y fidelidad hacia ellos. “Como el buen servir del siervo mueve la voluntad del señor a tratarle bien, ” más pronto que tarde Tomás Rodaja asciende de criado a compañero en la consideración de los amos. En los ocho años que está con ellos despunta por su ingenio y memoria y es estimado por gentes de la más distinta condición. 

Cuando los amos acaban los estudios, los acompaña a Málaga que es su tierra. Movido por los deseos de volver a los libros y regresar a Salamanca, “que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado,” les pide licencia y se vuelve, pero quiere el destino que en el camino se tope con un capitán que le pone los dientes largos con la “abundancia de Milán, los festines de Lombardía, las espléndidas comidas de las hosterías” la vida libre del soldado y la libertad de Italia, omitiendo el frío de las centinelas, el espanto de las batallas y las hambres de los cercos. Tan bien hiló el relato el capitán, que convenció a Tomás de acompañarle sin demasiada insistencia, el cual pronto se aficionó a esa vida “que tan cerca está de la muerte.” Lo hizo realmente convencido de la oportunidad que suponía para su formación, “pues las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos.” Con la clara intención de hacer un paréntesis de tres o cuatro años antes de retomar los estudios. Un Erasmus de larga duración por la Italia tan bien conocida como ponderada por Cervantes de joven. 





Se dirigen a Cartagena para embarcarse rumbo a Italia. Se viste de soldado y conoce la mala vida a bordo de las galeras, “adonde lo más del tiempo maltratan las chinches, roban los forzados, enfadan los marineros, destruyen los ratones y fatigan las maretas.” También conocen las grandes borrascas y tormentas, los peligros de la mar antes de arribar, “trasnochados, mojados y con ojeras,” a la bellísima ciudad de Génova donde entonan un gaudemus. Allí dan cuenta de la rica variedad de vinos que guarda el dios Baco en su bodega. Se quedan admirados de los cabellos rubios de las genovesas y la belleza admirable de las casas engastadas en las peñas como diamantes en el oro. Tomás viaja empotrado con los tercios en lugar de privilegio. Desde Génova las tropas parten para el Piamonte. Tomás se separa y sigue camino por su cuenta hacia Florencia y Luca, lugar donde “son bien vistos y agasajados los españoles.” Continúa su periplo por las ciudades más famosas de Italia sin faltar la gran Venecia, de riqueza infinita y gobierno prudente. Bien pueden invitar a algo los italianos a Cervantes por las alabanzas que vierte sobre su tierra. 

Una vez cumplido el deseo de ver lo que había visto, decide volverse a Salamanca para acabar los estudios de leyes, sin pasar por París por estar puesta en armas. En el tiempo que pasa en la ciudad del Tormes, coincide con una dama todo manejo, rumbo y poderío (mujeres del partido) que dice haber estado en Italia y Flandes. Tomás acude a visitarla, sumándose así a la larga cola de los que quieren conocerla. Queda ella enamorada de él como una adolescente. Amor a primera vista. Pero Tomás, que no tiene tiempo más que para sus libros, se hace el duro y no repara en ella, la cual al sentirse aborrecida y sola como un nido atacado por los gatos, cansada del asedio a una roca, recurre a la ayuda del exterior. Aconsejada por una morisca, le da un membrillo toledano que contiene un hechizo capaz de forzar el libre albedrío y que por ser veneno puro la llaman veníficas. 



"Determinó volverse a España y a Salamanca a acabar sus estudios"

Se debió de pasar en la dosis de membrillo porque al instante le entraron a Tomás temblores de muerte que le tuvieron muchas horas sin volver en sí. Al recobrar el conocimiento, medio atontado todavía por la comida amatoria, relata a la justicia quién lo ha envenenado, pero para entonces ya la malhechora se “había puesto en cobro.” (me piro,  vampiro) 

Seis meses de convalecencia le dejan para el arrastre, enjuto y más seco que la mojama. Los cuidados le sanan por fuera, pero no por dentro. Su entendimiento queda preso de la más extraña locura que pueda dar un bebedizo. “Imaginóse el desdichado que era todo hecho de vidrio,” siempre temeroso de que alguien le tocara porque al tocarle lo quebrara. Muchos lo abrazaban para convencerle de que no se rompía. Su respuesta era un alarido y un desmayo de cuatro horas antes de las plegarias y rogativas renovadas para que nadie le tocara de nuevo y le hablaran de lejos por ser hombre de vidrio y no de carne, así les respondería con más entendimiento y rectitud a todas sus preguntas. Las respuestas sorprenden a los más letrados de la Universidad y a los profesores de Medicina y Filosofía. A petición suya le ponen una funda para evitar que algún vestido estrecho lo quiebre. Siempre descalzo. Para comer le habilitan una vasera de orinal al extremo de una vara para que le pongan fruta del tiempo. No come ni carne ni pescado. Solo bebe agua de la fuente y de los ríos haciendo cuenco con las manos. Camina por el centro de las calles, temeroso de que una teja le caiga encima y le manque. 



"Llegó a Salamanca donde fue bien recebido de sus amigos"

Duerme al raso en los veranos; los inviernos en el pajero de algún mesón, bien envuelto entre la paja: la mejor cama para los hombres de vidrio. Cuando truena, tiembla como un azogado, se sale a campo abierto y no regresa hasta que pasa el peligro. 

Los muchachos le hacen corro como a fenómeno de circo, con tanta más intención cuanto más los aparta con la vara. Le tiran trapos y piedras por comprobar si realmente es de vidrio. “¿Qué me queréis, muchachos, porfiados como moscas, sucios como chinches, atrevidos como pulgas? ¿Soy yo, por ventura, el monte Testacho de Roma, para que me tiréis tantos tiestos y tejas?” les reprende con resignación. Por hacerle rabiar, oírle reñir y responder con cuajo deciden dejarle en paz, escucharle en las calles y plazas.

Eres fina de cintura, 
como junco marinero, 
pero tienes una hermosura, 
 y un embrujo traicionero. 
¿Qué le has daíto a mi niño? 
que no atiende a mis razones, 
y se muere de cariño, 
llorando por los rincones
Quintero/León/Quiroga



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.


martes, 6 de octubre de 2015

Novelas Ejemplares (1). Prólogo. Miguel de Cervantes. Anciano con brillo en los ojos





"Al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano"

Novelas ejemplares 
Prólogo 
Miguel de Cervantes 

Corre el verano de 1613, el autor mira al lector a los ojos y le dirige unas letras a modo de presentación de sus últimos relatos. Las cartas están echadas para empezar a jugar la partida del último viaje, la que siempre se pierde, te pongas como te pongas. Cervantes cuenta con sesenta y cuatro años bien vividos, tanta experiencia acumulada que se permite calificar de ejemplares a la docena de historias que manda a la estampa. Han pasado ocho años desde la publicación de la primera parte del Quijote y se dispone a escribir una pequeña introducción de la entrega, poco convencido de la conveniencia de hacerlo en vista de la polvareda levantada por el prólogo de la primera parte del Quijote. 

Dice que sólo gracias a un amigo secunda con el presente. Su ambición se vería satisfecha si el tal amigo grabara su retrato en la primera página, como es costumbre hacer en la época, acompañado de un pie de foto explicativo: su justamente afamado autorretrato. Cervantes traspasa los siglos y se hace un selfie con palo y todo para no atosigarse, buscando siempre la distancia correcta sin invadir los terrenos sagrados de la mala sombra. 




"Algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones a la plaza del mundo"

 En efecto, el amigo le deja vacío, compuesto y sin novia, “en blanco y en figura.” A cambio, ganamos los lectores, porque no le queda más remedio que echar mano de la pluma y escribir dejando para los restos una muestra en bronce de la inseguridad de los grandes, la célebre fragilidad cervantina que, sin embargo, es capaz de sacar del caos de las palabras sin ahormar la obra fundacional de la novela moderna. “Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros” Los dientes como obsesión, a menudo mencionados en su obra maestra. Y los veinte años de nada pero que argenta los pelos, antes dorados,  del más pintado. “El cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño.” Cervantes que huye de la extravagancia, en busca de la centralidad, ambiguo como los políticos que evitan el apartamiento de los extremos y pescan en el caladero de votos de la moderación. 

Hace camino entre la soldadesca. Muchos años de soldado forjaron su espíritu altivo. Las cordilleras de toros con el orgullo en el asta de Miguel Hernández, cojonudismo hispano, gallo de pelea que nunca rehúsa el desafío, reciedumbre de trinchera. Cinco años y medio de cautividad le amansan la bravura. Cuando sale de nuevo al camino de la vida, rumia su derrota. La mano izquierda seca, la de los naturales,  es el recuerdo que le queda de la Batalla de Lepanto:  “la más memorable y alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros." Orgulloso de haber sido militar, de defender el imperio bajo las banderas invencibles de Carlos V, el hijo de la guerra. 

Dejar que un amigo escriba el prólogo es tontería. El aventamiento de alabanzas o vituperios al ingenio del escritor, una pérdida de tiempo. Como lo han dejado colgado, le resulta forzoso valerse de su propio pico de oro para proclamar las cuatro verdades fundamentales, incluso entendidas por señas. Dirigiéndose a los amables lectores advierte que los relatos no tienen ni pies ni cabeza ni entrañas, todo lo escrito ha pasado por el filtro de la razón y del discurso cristiano por lo que no moverá a malos pensamientos ni al descuidado,  ni al cuidadoso, ni al desocupado lector. 



"Se cultivan con curiosidad los jardines"


 Nos invita a la lectura de estas Novelas Ejemplares porque no siempre se está en los templos, no siempre se ocupan los oratorios. Por algo “se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines.”  La velocidad de los jardines que requiere un jardinero sin prisas, como la lectura atenta. 

Añade que aplicó su ingenio a la novela, se proclama el primero en hacerlo en lengua castellana, pues las muchas que por ahí andan son traducciones de autores extranjeros. Por lo tanto,  las suyas no son plagio ni robadas; tampoco palabra etérea o inactiva. A la vista está que sus obras crecen después de publicadas en manos de los lectores y el tiempo que las aviva. 

 Antes de ir a dar con los huesos a una fosa común, el osario de una iglesia y si la vida no le deja antes de tiempo, anuncia nuevas historias dilatadas de don Quijote y Sancho, Los trabajos de Persiles y las Semanas del Jardín. Nos anima a los lectores a descubrir el misterio que tienen escondido y ruega a Dios que le dé fuerzas y paciencia “para llevar bien el mal que han de decir de mí más de cuatro sotiles y almidonados. Vale.”


Había un anciano 
con brillo en los ojos 
de ver como de nuevo 
está cambiando el tiempo
Depedro





Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

jueves, 1 de octubre de 2015

La saga/fuga de J.B. (18) Gonzalo Torrente Ballester. Un crucigrama sin terminar




"Sistema de símbolos más o menos encadenados en sistemas de apariencias en la que se traduce la compleja realidad de la Conciencia Cósmica"


La saga/fuga de J.B. (18)
Gonzalo Torrente Ballester

Los estorninos se fueron como vinieron y dejaron los porqués. ¿Por qué en ese momento y por qué en Castroforte? La prensa local pide que sean los doctos los que respondan que por algo lo son.

El catedrático de historia natural del instituto da una conferencia en el casino sobre las costumbres de las lampreas y estorninos, pero divaga tanto en la exposición que se le acaba el tiempo sin dar razones de la batalla. Don Acisclo confiesa su ignorancia sobre el tema. Don Perfecto dice que lo está pensando. La respuesta viene del púlpito, de quien nadie lo esperaba, viene del Deán de la Colegiata, rival de don Acisclo que asiste indiferente y escaso de interés a la homilía sentado en un banco. Bastida asiste por casualidad. La misa le pilla dándose el paseo habitual por el claustro intentando descubrir la identidad de los personajes esculpidos en los relieves y capiteles de la girola. Cada día descubre un nuevo retrato que añadir a los de don Celso Taladriz con su sonrisa ambigua, al abogado del estado Blanco Beltrán, o al ingeniero de obras públicas don Julián González. Hoy ha descubierto la cara del alcalde, metido de patas y confundido entre la rebujina de ingredientes de una enorme caldera que Pedro Botero remege con un tridente. Incluso la cara de don Acisclo tallada para los restos, rematando el extremo de una gárgola con forma de falo gigantesco.

El Deán hilvana el sermón en torno a tres realidades observables acompañando el discurso con ostensibles manoteos, golpes y aspavientos. Primero; Castroforte está fuera de la ruta migratoria de los estorninos en sus desplazamientos norte-sur. Segundo; no existe literatura alguna de que las lampreas y estorninos hayan entrado en contienda por vivir en planos distintos, unos arriba y otros abajo. Y tercero; como ni la carne de unos sirvió de alimento para los otros, ni los ojos de las lampreas lo hicieron para las aves, concluye que Castroforte ha sufrido una alteración de la ley natural que no admite explicación racional. Ha sucedido un milagro. La conclusión arroja más dudas que certezas en don Acisclo. ¿Milagro de quién y para qué? Se pregunta incrédulo, además el Santo Cuerpo es apócrifo y no puede hacer milagros.





"Su cabeza de gallo portugués encanecido emergía de la sotana ribeteada de púrpura"

Bastida corre a contarle el sermón a Barallobre, morriñoso a consecuencia de una mala noche, una pesadilla que presagia su propia muerte “entre muñecas rotas, brazos quebrados, cajones vacíos, lanzas.” Le cuenta que como hace más de tres meses que no se suicida nadie en Castroforte, el Deán cree que la aparición de los estorninos ha sido un milagro del Santo Cuerpo para las lampreas que habían entrado en una fase de delgadez extrema y,  como consecuencia,  pérdida de sabor. Propone una procesión de acción de gracias el jueves por la tarde.

La procesión se celebra un poco más tarde de la fecha propuesta por el Deán, pero antes de que salte la noticia de la supuesta muerte de Barallobre, que no fue por los Idus de Marzo sino algo antes, con unas dos o tres semanas de antelación.

Don Perfecto Reboiras pide silencio a los que no creen en milagros, hombres de poca fe, con un “¡Callese!” sonoro, imperioso, pero más suave que aquel real “¿Por qué no te callas?” que está en la Wikipedia. A su juicio la versión del Deán es falsa en su texto, pero si nos acostumbráramos a admitir la realidad como un sistema de símbolos encajados, de experiencias admitidas por todos, en los que se traduce la Conciencia Cósmica, no nos costaría admitir la conclusión del episodio de las lampreas y estorninos como un hecho extraordinario ante una deficiencia imprevisible, por azarosa, del sistema. Añade que la batalla ya estaba profetizada desde hacía tiempo, “si hemos de entender por episodio algo no necesariamente necesario, sino azarosamente azaroso o casualmente casual.” "La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte" Frase de Groucho Marx en una película, citada hasta la extenuación.



"En el capitel de la columna de la izquierda de la Puerta del Perdón, existe una decoración de aves y peces que los arqueólogos estudiaron a causa de la perfecta estilización de los animales allí representados"


En efecto, en un capitel de la columna de la izquierda- según se mira- de la Puerta del Perdón existe una decoración de aves y peces de boca grande que zampan a las aves de pico largo que - a su vez- sacan los ojos a las lampreas.

 El Rey Artús, que estos días considera la eventualidad de una viudedad inesperada, hablar en pasado de su propia mujer, porque una muchacha difícil únicamente entregará su tesoro previo paso por el altar, quiere saber si hay más profecías. Don Perfecto menciona al hombre que porta en brazos el Cuerpo Santo en el parteluz de su capilla. Hasta ahora todo el mundo ha asumido el hecho fundacional de que es Barallobre el portador, así lo repiten los guías turísticos una  y otra vez en todos los idiomas. Falso de toda falsedad, porque el Cuerpo nunca salió de la urna. Lo que interesa es en lo que nadie se ha fijado, los siete círculos por encima de su cabeza. Considerados caprichos del cantero. “¿Qué capricho, ni que niños muertos!” Se trata de los siete planetas alineados. La profecía puede aplicarse a la ocasión que esperamos con las siguientes posibilidades:







Tu cuello es una rama para colgarse, 
tu mente un crucigrama sin terminar, 
tu ombligo anda buscando donde ocultarse, 
tu boca es un milagro de la humedad.
Joaquín Sabina




Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige desde hace unos cuantos años su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.