miércoles, 29 de enero de 2014

El labrador de mi pueblo. Todo lo que era sólido, Antonio Muñoz Molina (14)





"Se vinieron a vivir a España en los sesenta y setenta porque les atraía una belleza intocada y agreste"


Todo lo que era sólido 
Antonio Muñoz Molina (14) 

 Se emplea gran cantidad de tiempo, se gastan muchas energías y hay que tener paciencia hasta cansarse para crear algo valioso. Destrozar- en cambio- no cuesta nada. Una obra de arte o un bosque milenario están indefensos ante un pirómano con un bote de gasolina. Los nazis aniquilaron en unos cuantos años la gran cultura burguesa judía de centro Europa que había comenzado a gestarse en la Ilustración. 

 “El edificio de la civilización está siempre en peligro de derrumbarse y hace falta una continua vigilancia para sostenerlo”, afirma el autor antes de añadir que un país civilizado se puede hundir en la barbarie de la noche a la mañana como le pasó a Yugoslavia. En 1989 nadie dudaba de la solidez del país, una guerra era algo inverosímil. El mañana y el ayer no están escritos, por lo tanto tampoco nadie nos garantiza que la Democracia que hemos forjado dure para siempre, por eso la vigilancia constante de los ciudadanos se hace necesaria, para que los débiles no queden a merced de los fuertes y los corruptos no acobarden a los honrados. No callar nunca ante las injusticias como norma de actuación. 




"Todo el caudal de una cultura de la pobreza que no era de tosca resignación sino de una fertilidad inventiva urgida y limitada por la escasez"

 Los que procedemos de un entorno rural y nacimos en los cincuenta lo sabemos: “Todo lo que no se transmite a conciencia se pierde en el paso de una generación a otra. Lo que existió durante siglos desaparece en el curso de unos pocos años”. Lo que se da por supuesto, se desvanece no dejando más que recuerdos vagos. Toda una compleja cultura popular de la que huimos porque nos asfixiaba, desapareció hundida en medio del mar como un naufragio fantasma o bajo los efectos devastadores de un maremoto. Desapareció una cultura de la austeridad y de la pobreza, con ella los juegos callejeros y también los romances cantados que acompañaban a las niñas en sus juegos. Se perdió la arquitectura popular, se abandonaron las destrezas desarrolladas en los oficios antiguos que mantenían un tejido social necesario para el entramado de cualquier comunidad. Se esfumaron los parederos que levantaban los muros de piedra de las casas y de los cercados, los ojalateros, los manteros que tejían los berrendos, los costales y las mantas, los silleros, los carreteros: carpinteros que hacían y reparaban los carros y los aperos de labranza, los cortacinos y carboneros que cortaban las encinas y hacían el carbón vegetal para los braseros y cocinas, tantos y tantos oficios populares olvidados. Todo se ha perdido, solo se reconocen en esas nostálgicas exposiciones de objetos antiguos, artefactos inútiles que guardan los anticuarios y coleccionistas como si fueran los restos de una civilización que existió en la antigüedad. 


 Con la desaparición de la cultura del medio rural algo salimos ganando. Perdimos y olvidamos habilidades que más que destrezas eran esclavitudes como “el desgaste terrible de los trabajos duros y mal pagados del campo” o el dominio tiránico de los padres sobre los hijos o la superioridad de los hombres sobre las mujeres. 

 En el ejercicio de olvidar hay que saber preservar lo conquistado por su carácter precario para convencerse de su valor, disponerse a la defensa constante y olvidar lo que “actúa sobre la vida como un peso muerto”. 




"Todo cambia muy rápido y muy poco tiempo después ya nadie recuerda cómo eran antes las cosas"


Las nuevas generaciones tienen el hábito de vivir en libertad, pero hay que estar dispuestos a defenderla constantemente porque es un bien escaso y puede desaparecer si no la cuidamos como hacemos con la salud. Si se la maltrata, puede convertirse en un lujo de uso restringido, como lo es el aire para el asmático. 

 La generación de nuestros hijos se ha criado en unas condiciones que ni las imaginábamos a su edad. Eso lo sabemos los que procedemos de la escasez. De aprovecharlo todo pasamos a desperdiciarlo todo en un plazo breve de tiempo. Pasamos de la Dictadura a la Democracia, de la escasez a la abundancia y a aparentar juventud imitando las jergas juveniles y aceptando las redes sociales para no parecer ridículo o anticuado. 

 La fuerte demanda de viviendas y el flujo de dinero barato tiraba de la economía. Se creó un mercado ficticio en el que todo era inexistencia, pero permitía al estado recaudar lo que nunca imaginó. El dinero caía a las arcas de hacienda como cae la fruta madura de los árboles. Había que gastarlo. A ello se pusieron diecisiete mini estados saqueadores, todos independientes unos de otros, que llenaron de cortesanos y parásitos los aledaños del poder. Nada importaba si el dinero no llegaba para tanto, se pedía prestado que alguien pagaría. Cada Comunidad Autónoma era un simulacro fastuoso, una máquina de gastar en lujos bien visibles como: aeropuertos, palacios de congresos, edificios emblemáticos todos ellos. Semejante al artefacto que montaron los duques para engañar a don Quijote y Sancho. Cada Ayuntamiento era una Ínsula Barataria en la que hacerse un rico feliz de hablar gangoso de la manera más rápida. Bien diferente del pobre Sancho que sale del poder más pobre de lo que entró, además de atropellado y apaleado por los paisanos. 



 "Cuando yo era niño un bárbaro refrán resumía el lugar que había ocupado durante siglos el conocimiento en nuestro país: "Pasar más hambre que un maestro de escuela."


 La capilaridad de la corrupción es portentosa. La niebla tóxica de la corrupción afecta a toda la sociedad creando una sensación de impunidad. Cada pequeña claudicación de cualquier ciudadano suma, favorece la deshonestidad a gran escala. Queda mucho trabajo de educación cívica por hacer en este país para que la picaresca deje de celebrarse. Es alucinante que pueda haber gentes, muchas de ellas cultas, que defiendan el pagar un servicio con dinero negro, no cobrar el IVA o el pirateo de música, cine o literatura. 

 En este país saber hacer algo, ser ahorrador, ajustarse a los presupuestos, cuenta poco; sí cuenta para que los bancos te estafen como en los casos de las preferentes o los sellos de Forum y Afinsa. Importa más la desvergüenza y la grosería para llegar a ser conocido o famoso. El abandono escolar era un mal endémico. ¿Para qué me voy a esforzar en estudiar, hacer un trabajo o ir a clase todos los días si gano más que el profesor poniendo ladrillos en la obra, trabajando de camarero o deshaciendo animales en un matadero? ¿Para qué voy a aprender un idioma extranjero si los turistas vienen solos? Era la cantinela que los profesores teníamos que escuchar de algunos alumnos. Lo grave es que esta mentalidad agranda el abismo entre los formados y los ignorantes que suele coincidir con la división entre ricos y pobres. Para llegar al primer puesto del escalafón europeo de abandono escolar se tienen que haber dado muchas circunstancias juntas, una malla tupida de irresponsabilidades. 






 Amigos americanos que conocen España le hablan al autor de los cambios observados en el carácter de los españoles. Se admiraron de la explosión de libertad que trajo la muerte del Dictador, también de la pérdida de humildad y dignidad de la pobreza para volvernos “ricos, gritones y groseros”. La pasiva impunidad con la que se destruyeron los paisajes naturales. Lo antiguo se sustituía por el lujo y la vulgaridad. También la furia particular con la que se desprestigia y ataca “el delicado edificio institucional levantado con tanto esfuerzo durante más de treinta años.” 

 Cuando murió Franco, éramos antifranquistas, más inactivos que activos, no demócratas. Los había que eran ácratas, anarco sindicalistas, trotskistas, maoístas y los ortodoxos del PCE. La democracia burguesa era un paso intermedio para llegar a la Dictadura del Proletariado. “Rechazar el comunismo era tan impresentable como lo es ahora disentir del nacionalismo.” El Gulag, Pol Pot o las ejecuciones castristas no existían. El recibimiento que se le dispensó a Solzhenitsin durante su visita a España en 1976 fue vergonzoso. El sufrimiento de las víctimas de otras dictaduras no contaba.


El labrador de mi pueblo
lleva una azada en la mano
que grandes tiene las manos 
el labrador de mi pueblo
cavando de sol a sol
con lluvia, nieve o calor.
El parado de mi pueblo
llena de angustia sus manos
Joaquín Sabina







Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero



sábado, 25 de enero de 2014

Prometimos pecar a manos llenas.Todo lo que era sólido (13). Antonio Muñoz Molina








 "Lo que no está ocupado queda baldío, tierra de nadie sobrante en la que crecerán malezas"

La virgen del páramo de Vallecas. 1942. Temple sobre cartón. 65.6 x 81.7 cm. 




Todo lo que era sólido 
Antonio Muñoz Molina (13) 

 El exterior de la terminal del aeropuerto de Barajas huele a tabaco y a colillas rancias. La bruma que muerde la mirada del recién llegado procede del humo que sale de las caladas hondas de los fumadores que han aguantado varias horas de abstinencia a bordo de los vuelos intercontinentales. Esta es una de las impresiones que nunca le han abandonado desde la primera vez que el autor llegó de los Estados Unidos al país de origen. 

El verde de las praderas y bosques americanos desentona con los tonos ocres y amarillentos de la Meseta vistos desde la altura poco antes de aterrizar. El taxi es pequeño, por la radio se escuchan las mismas voces a granel de los tertulianos que opinan de todo. “La luz hiere de tan fuerte”, es principio de verano y las cunetas están ya secas y limpias, solo unos escuálidos matojos rompen la monotonía de los desmontes laterales. Hace tiempo que los descampados baldíos de los alrededores de Madrid dejaron de cultivarse. Siempre a la espera de que una nueva fiebre inmobiliaria desencuaderne las costuras de la gran ciudad y la haga crecer hacia las afueras. Ni un árbol, ni una sombra vegetal que mitigue la aridez sahariana de la periferia, solo páramo vacío que con el tiempo terminará en vertedero de plásticos y desperdicios. 


"Por la ventanilla los ojos acostumbrados al verde húmedo de los veranos de la costa Este americana encuentra una desnuda horizontalidad de hoja seca"

El venir de los EEUU te da la perspectiva para ver cuán poco se valora en España la enseñanza y sanidad gratuita. Es bien sabido que en los Estados Unidos los dos miembros de una familia tienen que trabajar y sudar para pagar un seguro médico privado y la enseñanza de los hijos. De USA le incomoda la búsqueda continua, desde niños, del éxito que divide la sociedad en ganadores y perdedores. La amabilidad del camarero que te sirve se torna en agresividad si no dejas la propina adecuada o la tarjeta de crédito no funciona con generosidad. El crédito que uno merece siempre está en proceso de evaluación, ni un descanso a lo largo de toda la vida. 


"Me gusta que la identidad americana resida en un guión: el guión que une el mexicano y americano, chino y americano, japonés y americano, irlandés y americano, árabe y americano, lo que sea"

El sistema penal americano le provoca escalofríos. Funciona la Ley de Lynch, el ojo por ojo del Antiguo Testamento protestante. No existe la posibilidad de redención para los presos condenados a cadena perpetua. Las leyes son inapelables, nada de una segunda oportunidad. La frialdad de las ejecuciones de discapacitados psíquicos estremece(eso de “retrasados mentales” lo debería usted corregir, ni en USA se utiliza ya,  “mentally retarded”). 

Aprecia la libertad de poder ir y venir de un país a otro porque la distancia le permite observar los aspectos positivos y negativos de ambos lados del Atlántico. Se siente orgulloso de un país que ha sido capaz de derrotar a la ETA con las armas de la Democracia. Dando oportunidades a quien no se las merece porque ha privado de la vida a un semejante, sin aplicar la ley del Talión, con amplia generosidad como única forma de romper el círculo vicioso de la violencia. 

Hay muchas cosas que admira de los Estados Unidos. A pesar del fuerte individualismo que rige en la sociedad y que la divide en pobres y ricos, admira el compromiso de las personas para que las pocas cosas comunes funcionen. Un parque, una orquesta, un museo, una radio pública. La gente se vuelca en gratitud a devolver lo que la sociedad le ha dado por adelantado. Cada uno según sus posibilidades. También merece reconocimiento la actitud positiva del emigrante por adaptarse, por no defraudar la confianza que la sociedad de llegada le ha brindado. 



 "Admiro el talento para respetar y celebrar las diferencias y al mismo tiempo para resaltar las mismas cosas fundamentales que se tienen en común"


Mientras en los EEUU la gente de cinco continentes se compromete a cumplir unas normas de ciudadanía y guardar lealtad a ese compromiso hasta el final de sus días y lo transmite a sus herederos, en España se odia todo lo que suene a proyecto común. Se invierten ingentes cantidades de dinero en acentuar diferencias y promocionar la deslealtad a lo que aprobaron y prometieron defender. No se pierde oportunidad de resaltar diferencias identitarias. 

El Euro parecía dinero de broma en el verano de 2012 en vista de la ruina de Grecia, España y Portugal. Las cajas de ahorro que habían sido negocios sólidos durante más de cien años, se desmoronaron bajo la dirección de políticos parásitos que las esquilmaron con su nefasta gestión. Encima huyeron del naufragio indemnizados de manera escandalosa.

 “Recuérdalo tú y recuérdalo a otros” Aconsejaba Luis Cernuda para sacudirse la niebla del olvido. El apoyo de todo lo observado, lo investigado, los recuerdos acumulados, el bagaje cultural de tantas lecturas y estudios dan solidez a los argumentos del ensayo. El futuro siempre ha sido incierto, la incertidumbre nunca nos ha abandonado en la historia de este país, siempre acentuada por el apego a la improvisación, la ausencia de planificación y la tendencia cómoda de no querer aceptar los contratiempos. El autor recuerda los días de más desasosiego pasados en la historia reciente de España: el asesinato de Carrero Blanco en 1973, la muerte de Franco, el asesinato a tiros de seis abogados laboralistas en 1977, la alegría del Sábado Santo de 1977 por la legalización del PCE y las primeras elecciones democráticas el 15 de junio de 1977. La noche de 23 de febrero de 1981 en Granada, qué a punto estuvimos de regresar a la negrura. Pudimos perderlo todo aquella noche de finales de febrero cuando ya dejábamos de apreciarlo porque lo dábamos por supuesto, a pesar de hacer tan poco que lo habíamos ganado. La libertad solo despierta lealtad apasionada cuando se ha perdido. 

Un joven MM, con la blanca aún reciente en el bolsillo, pasa la noche sin pegar ojo en casa de unos familiares lejanos. Toda la noche pegado al transistor. Amanece el día después y camino del trabajo piensa en el maleficio que pesa sobre este país que impide desterrar los salva patrias y que de una vez por todas “la incertidumbre política quede limitada a los resultados de unas elecciones”. 

De la misma forma que a la muerte del Dictador se evapora la dictadura, todo lo que hoy nos parece sólido y damos por supuesto se puede esfumar de repente. El azar o la casualidad hace que la antigua injerencia militar en la vida española se desvanezca sin drama después de Tejero, solo un año más tarde el partido socialista gana unas elecciones por mayoría absoluta. 


 "En mi adolescencia cuadrillas de jornaleros con camisas blancas y sombreros de paja segaban el trigo con hoces exactamente igual que en la Edad Media"

Los que nacimos en el medio rural a mediados de los cincuenta,  vimos a las últimas cuadrillas de segadores usar la hoz y a los labradores arañar la tierra con el arado tirado por caballerías, el mismo que usaron los romanos. Vimos llegar la televisión. El primer recuerdo que guardo de la televisión fue la final de la Copa de Europa de Naciones de fútbol con el famoso gol de Marcelino en el Santiago Bernabeu. Era 1964, la televisión estaba en el Casino del pueblo y lo veíamos desde la calle porque los socios no dejaban entrar a los chavales que éramos entonces. No se me olvida. 

A los dieciocho nadie pensaba que la dictadura iba a terminar, todo estaba atado y bien atado repetían los del régimen. Con veintiséis Felipe González estaba en La Moncloa. Mientras tanto nuestros hijos han crecido en una democracia imperfecta, pero “en el régimen comparativamente más libre y más justo que había conocido nuestro país”. Los que conocimos el régimen anterior tenemos la obligación de contarlo a las generaciones posteriores, igual que hicieron nuestros padres, para que no cayéramos en el mismo error que ellos cayeron. Para que sepan que las cosas no fueron siempre igual y que costó mucho conseguir lo que tenemos. Para que se comprometan a defenderlo, mantenerlo y mejorarlo para generaciones posteriores. 

"declaramos la guerra al sufrimiento
nos quitamos la vieja piel a tiras
renegamos de todo lo sabido
prometimos pecar a manos llenas
nos hicimos más tiernos y más niños
ahora, cada día tiene su fruto
cada noche su secreto
y el tiempo es una mentira"

1978. Joaquín Sabina 





Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero


miércoles, 22 de enero de 2014

Puede llover, seguiremos al sol




 "En la costa de Almuñécar descubrí que los perfiles de las cosas podían no ser tan rotundos y los colores no tan violentos"


Todo lo que era sólido 
Antonio Muñoz Molina (12) 

Muñoz Molina confiesa que a veces ha sentido alivio al marcharse de Úbeda o España, asustado por la aspereza de la vida y el poco respeto que alguna gente guarda a lo público, como si lo común no fuera de nadie y no hubiera que pagar los desperfectos. Se muestra ofendido por la degradación de los contenidos de las televisiones privadas. No le vale la excusa frecuente de que los canales privados se juegan su dinero. Al fin y al cabo los espacios de emisión de televisión y de radio son siempre públicos y debería ser obligatorio que guardaran unas formas. Desconsolado al comprobar cómo estas programaciones son aceptadas por progresistas miedosos a ser tildados de avinagrados o elitistas. Entristecido por la aceptación que consiguen los trepas y enchufados y las dificultades que encuentran los honrados y trabajadores para ser reconocidos por el trabajo bien hecho. 

Tanto el que decide quedarse en el lugar de origen como el que se va merecen el mismo respeto. De hecho hay quien defiende que los pueblos tienen más posibilidades de supervivencia si unos se van y otros se quedan. En el imaginario español irse siempre contiene dentro algo de traición para los partidarios del sedentarismo satisfecho, para los que afirman que “como aquí no se vive en ningún sitio”. El autor se fue a Madrid en 1992 respondiendo a la llamada incontrolable de lo salvaje que desde pequeño había albergado en su interior, a hacerse una carrera literaria y por amor. 


 "La bruma y la brisa del mar lo suavizaban todo, le daban a la vida una cualidad más hospitalaria"

A continuación el escritor se sincera con su pasado, dialoga con sus recuerdos para dar cuenta de la sucesión de  idas y venidas que ha ido acumulando a lo largo de su vida. Lo vivido pasa ante sus ojos como el paisaje por la ventana del autobús que lo lleva de Úbeda a las playas de Almuñécar. A la edad de diecisiete años contempla por primera vez la inmensidad del mar. Se sorprende de que el sol de verano que dora las mieses, achicharra los campos del interior y que ayuda a las faenas agrícolas, suavice su fuerza al contacto con la brisa del mar haciendo la supervivencia más llevadera a turistas y habitantes del litoral. La arena de la playa enciende la imaginación del joven con promesas sexuales de melena rubia procedentes de los legendarios países del norte. 

Se considera privilegiado por poder ir y venir cuando quiere, por poder vivir a caballo entre diferentes países y alternar culturas distintas, no como le ocurrió a algunos autores españoles que le interesan, que fueron desterrados o tuvieron que huir y murieron sin regresar. 


 "Me pregunté como serían Úbeda y Granada si hubieran recibido un trato parecido al de muchas ciudades de Italia"

Estudia Historia del Arte y a los veintidós años hace un viaje a Italia en autobús. Allí descubre otra forma de tratar lo antiguo: “Se podía ser moderno y próspero tratando con respeto el patrimonio del pasado”. Acostumbrado a la aridez de la tierra de labor y a “la pobreza que araña el suelo” de los labradores españoles, queda arrebatado por la pujanza, la frondosidad y fertilidad de la Toscana. La observación de cada sitio al que ha viajado, o de cada lugar en el que se ha alojado le ha servido para descubrir - por contraste - cosas sobre el propio. De Lisboa le encanta “la aceptación tranquila del desgaste de las cosas hechas para durar, lo que perdura aunque parecía anacrónico y al cabo de un tiempo tiene la originalidad de lo que no dejó de ser moderno porque estaba bien hecho: un café,  una confitería, un ascensor público de hierro diseñado por un discípulo de Eiffel, una red de tranvías”. Bien diferente al desmantelamiento del tranvía que subía a Sierra Nevada desde la ciudad de Granada. 

Reivindica el derecho que le asiste a oficiar de andaluz serio, lejos del tópico de la efusividad festiva y del sambenito oficial y obligatorio de la caricatura folclórica de lo andaluz. 

A pesar de que le repugnan los libertadores a bombazos de la patria vasca, se siente fascinado por la abundancia de lluvia que trae consigo verdor a los campos y puebla los montes de árboles fantásticos, en duro contraste con la aridez del secarral del centro y sur de España. De igual modo se siente cautivado por el mar recio y bravo del norte, fiel contrario del Mediterráneo manso del sur. 


Una confitería de Lisboa

A finales de los setenta para salir de España había que mostrar el pasaporte a los agentes de aduanas de los países de destino (en el Reino Unido solo se entraba tras un auténtico y riguroso interrogatorio), que al mirarte por encima del hombro acentuaba el desamparo, el complejo de inferioridad de la España desarrapada del emigrante pobre y discos solicitados. Uno sentía envidia de los grandes museos de París o Londres, del verdor de los campos y la lluvia abundante, de los ríos anchos, caudalosos como mares que no se secan en el estío. 

MM admite que no termina de acostumbrarse a las energías que hay que gastar para explicar a gente culta del extranjero las cosas fundamentales de España. Que este país va más allá de los hoteles baratos del todo incluido, que es más que botellón en las calles y un abrevadero continental para bebedores de toda Europa. O que el País Vasco no son bosques aislados con guerrilleros en guerra, sino una de las regiones con más alto nivel de vida de Europa. Que este país es algo más que oscura Inquisición medieval, crueldad de conquistadores o corridas de toros y sanfermines. (Cuánta maldad hay en esta enumeración, la misma que en la página 158 cuando empareja las armas de fuego con doscientos toros de lidia). 




Ascensor
 Lisboa

En 1993 pasa seis meses de profesor visitante en USA por primera vez. La amplitud de la pradera natural del campus de estilo neoclásico, diseñado por Thomas Jefferson, es la antítesis de la feracidad y espesura de los bosques sureños. MM entra en un detallado informe de las ventajas y desventajas del modo de vida de un universitario americano. Le gusta cómo los profesores cumplen con exactitud las clases y tutorías. Se hacen querer y los alumnos los respetan. La biblioteca universitaria abre de ocho de la mañana hasta las doce de la noche. Le atrae el Honor System por el que un alumno jura no hacer trampa en los exámenes y trabajos. En caso de hacerla, será expulsado. En todo caso, el cinismo no tendrá prestigio y la picaresca nunca se celebra. 

Le disgusta que los autobuses solo los tomen los más pobres de los pobres. Tampoco le convence que uno pueda pasarse la vida sin cruzarse con un pobre, ni blanco ni negro. Él - sin embargo- los ve de cerca en la estación de autobuses de Greyhound para ir a Washington. La distancia entre clases sociales es abismal, mucho mayor que en Europa. 



 Tranvías de Lisboa

Valora la experiencia del aprendizaje de una lengua extranjera. Sumergirte en otro idioma te permite descansar de ti mismo y de tu origen. Ayuda a un escritor a adquirir disciplina en la exactitud y austeridad de las palabras. El hecho de no dominar la lengua o no tener certeza de todas las acepciones posibles de un vocablo, no arriesgas y buscas el significado preciso, la descripción exacta de la realidad. Descubres que se puede hacer literatura prescindiendo de la floritura, desnudando la palabra, ajustándote a la austeridad expresiva. 


 "Los pobres parecían pertenecer  no a otra clase, sino a otra especie"

Imágenes históricas

Se considera un seguidor del periodismo americano que se esfuerza por ofrecer la realidad con la mayor objetividad posible, por ver “con claridad lo que tiene uno delante de los ojos, in front of one’s nose. Sin periodismo serio no hay sociedad democrática. Sin información contrastada y rigurosa cualquier debate es un juego de aspavientos en el aire"

"One day, you'll look
To see I've gone
But tomorrow may rain, so
I'll follow the sun"
The Beatles



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero

sábado, 18 de enero de 2014

Todo lo que era sólido (11) Antonio Muñoz Molina






"Pero yo tampoco veía nada, absorto en mi escritura, encerrado en 2007 en mi cápsula de tiempo de 1936"


Todo lo que era sólido (11) 
Antonio Muñoz Molina 

Durante el año 2007 el beneficio de bancos y cajas crece a un ritmo del 40 % de media. Las empresas duplican las ganancias de un año para otro. Se hacen préstamos a 40 años por el cien por cien del valor. Las empresas de la construcción roban los profesionales a otras a pie de obra. La bolsa española alcanza su máximo histórico, en esos momentos es la más rentable de Europa. El Ayuntamiento de Navalcarnero paga quinientos mil Euros por una escultura de una rotonda. La fiebre de las rotondas con escultura de precio prohibitivo dentro está en plena efervescencia. La séptima economía alcanza su momento álgido, juega la Champion. Se baten los récords de venta de coches. El consumo de cemento, uno de los índices más fiables utilizados para medir la salud de la economía, está desatado. Crece al 8% en 2006. Normal en un país que quiere dejar de pisar barros, que adora el hormigón. 

“10 AÑOS CRECIENDO CONTIGO, POR TI, Y PARA TI. POR TI SEGUIMOS…” Así rezaba la campaña publicitaria de la CAM, una de las cajas de ahorros más endeudadas, paradigma de lo que creían que no podía parar en seco y paró. 

Todo el mundo lo sabía, pero nadie decía nada por no ser un cenizo. “ESTÁS EN TU MEJOR MOMENTO. QUE NADIE TE LO ARRUINE”. Rezaban los cartelones de los coches de lujo desparramados por toda España. La gente cogía los crecidos suplementos de color salmón de los periódicos y los arrojaba al contenedor del papel sin leer. 



"Esa belleza austera que uno solía encontrar casi en cualquier sitio de España"

En 2007 MM se encuentra en pleno proceso creador y de documentación de la novela La noche de los tiempos, basada en la Guerra Civil. El tema principal que guía la pluma es el desasosiego, la sensación de peligro, el derrumbe. Escribe sobre la ceguera de los contemporáneos que no quieren ver lo que está sucediendo por ir cada uno a lo suyo, por no aceptar el desastre que se avecina, por creer que las cosas son más sólidas de lo que en realidad son. 

El ruido de los datos triunfalistas tenía un efecto ensordecedor, el mismo que sufre quien vive al lado de una catarata y ya no le afecta el estruendo del agua al caer. Pero ya había pistas, datos concluyentes que lo señalaban, que presagiaban el desplome, como era la duplicación de la deuda de los hogares españoles entre 1995 y 2005. Solo el último año había crecido un 24%. Circulaban informes que señalaban la sobrevaloración del 30% de la vivienda. Mientras tanto estábamos a la cabeza en abandono escolar. El Roto era la luz que desescombraba la verdad del Retablo de las Maravillas y denunciaba la inmensa corrupción que existía detrás del pelotazo inmobiliario.




El sol de agosto cae a plomo sobre las calles Madrid. El autor ha pasado la mañana en el aire acondicionado de una pequeña oficina de la redacción de El País. Sale del cuarto intoxicado, con la cabeza llena de cifras de hace cinco años. Las naves vacías de los polígonos que el taxi atraviesa en la vuelta a casa es el reflejo exacto de la ruina, el país escombrera del presente. De las veintiocho páginas de anuncios de compra venta de viviendas hemos llegado a su desaparición. Canarias está en llamas, el fuego sin control. La crisis se salva con el copago de las medicinas. Mientras un séquito numeroso de cortesanos de la Generalitat está de viaje por la India, a gastos pagos, también anuncia que cobrará un dinero a los niños que lleven la merienda al colegio. 

La monotonía del expolio que se realizaba en 2007 en este país era tan grande y continuada en el tiempo que se percibía como un ruido de fondo. El esperpento toma carta de naturaleza. Se hace famoso el constructor y alcalde de Marbella desplazando su humanidad y pecho peludo cargado de collares de oro macizo por las aguas de una piscina rodeado de mama chichos al estilo de Berlusconi, pero a lo ganso. Se movía el dinero y con él la corrupción. Dicen que el dinero no deja huella, pero sí hace ruido. El ruido seguía siempre el mismo patrón: “terrenos, constructores, ayuntamientos”. 




 "En enero de 2007 se alcanza el record absoluto de ventas de automóviles, con 116.503 unidades"

Para hacerse rico y famoso no es necesario saber hacer nada, ni esforzarse, ni crear empresas que den puestos de trabajo. Hay que ser alcalde, concejal o pariente de alguno de los más de cuatrocientos mil barandas que nos gobiernan. El paisaje de la corrupción pasaba por la ventana como las hojas iguales de un libro. Algún caso reventaba como un absceso cuando un juez o un periodista investigaban algo, casi siempre de forma individual. 

Suelo urbanizable, recalificaciones de terrenos, lujosos Rolls Royces, bolsas de basura con cientos de miles de Euros debajo del colchón, viviendas de lujo en París, colecciones de arte, convenios urbanísticos, comisiones, efectivo, dinero negro, operaciones inmobiliarias, concejales detenidos, alcaldes imputados, cohechos, corrupciones, favores urbanísticos eran el nombre y apellido de las noticias que llenaban las páginas de los periódicos analizados con lápiz y papel en mano. 



 "Nada fue respetable. Nada quedaba a salvo del pillaje ni siquiera esos ecosistemas tan singulares que habían sido protegidos expresamente por las leyes".

La magnitud de la realidad del día a día es apabullante. El investigador es consciente de que lo reflejado en el ensayo es solo la punta del iceberg porque únicamente analiza dos meses y sabe que en los periódicos no salen los atracos cometidos a lo común sin necesidad de salirse de la legalidad calculada. Tampoco los casos que no han salido por el pacto de silencio que abarca “callar por conveniencia, callar por miedo, callar por pereza, callar por cinismo, callar por militancia, callar por complicidad, callar por no distinguirse del grupo, callar por no disgustar a la familia, callar por no ser un aguafiestas…” 

Existe la creencia de que dejar las cosas como están es una visión anticuada y retrógada. Muchas veces están mejor enterradas bajo toneladas de tierra y escombros,(así han llegado hasta nosotros intactas después de estar sepultadas durante siglos y siglos) que sacadas a la luz, puestas en valor como dicen los entendidos. Cuando vas a los pueblos te reconoces en esas humildes construcciones populares levantadas por generaciones de antepasados apegados a la tierra que les daba de comer a ellos y a sus animales. Nada fue respetable para los depredadores del medio ambiente, ni siquiera los encinares centenarios intactos desde la noche de los tiempos. La vieja intolerancia armándose de próspera modernidad. 


 "Ahora todo lo que había era una guirnalda atroz de chalets en serie y bloques de pisos"

El íntimo amor a la tierra de uno ha sido compatible con la destrucción de todo lo más valioso que tuviera, sus señas de identidad más reconocibles. La fealdad uniforme de las construcciones modernas se ha extendido por todos los rincones de la geografía nacional. Miles y miles de adosados y bloques de edificios todos iguales rompiendo los perfiles históricos de los pueblos lo mismo en el interior que en el litoral. Es una bendición para la vista cuando llegas a un sitio donde el tiempo parece detenido en sus edificios porque todavía se puede contemplar la evidencia del trabajo de los antiguos artesanos y canteros. El Cipri, el Luigi, el Sandokán dan parte de la catadura de los constructores que se enriquecieron con el boom inmobiliario. “La riqueza que se logró destruyendo para construir ya se ha terminado, y los daños son irreparables”. 



Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero


miércoles, 15 de enero de 2014

Todo lo que era sólido (10), Antonio Muñoz Molina





"Los nuestros están de este lado, los otros al otro lado de la tierra de nadie"


Todo lo que era sólido (10) 
Antonio Muñoz Molina 

No existe cultura del debate en España. No vayas a un mitin a oír las explicaciones de un programa electoral. Solo tienen cabida en él los convencidos que quieran oír cómo se embiste y se arrincona al adversario contra la pared al grito unánime de los asistentes de: “¡Dales Caña!” No hay debate de ideas argumentadas y contrastadas con otras al objeto de encontrar un punto intermedio, solo propaganda, eslóganes repetidos hasta la saciedad. Ceder un poco para ganar todos. Los medios han entrado en la broma macabra de conmigo o contra mí. Han reducido la libertad de expresión al intercambio continuo de denuestos e insultos. 

En España se jalea para que lleves la contraria a los del bando contrario, pero no a los del tuyo, a los que alguna vez has defendido. Si lo haces, rápidamente serás repudiado y señalado como traidor, marcado como las reses de por vida, nada difícil de conseguir en un país tan poblado de hombres de fe, de creyentes nacionalistas. Son escasos los que se atreven a denunciar lo que es indigno o a llevar la contraria, no ya a los principios fundamentales de la ideología, sino a hechos particulares de la realidad, rige la ley del silencio. 

“Tan difícil como pasear libremente por el campo en Estados Unidos es ejercer de verdad la libertad de expresión en España”. Rápidamente chocas contra la pared rodeada de un campo de minas del que es imposible salir sin dejarse pelos en la gatera. Resulta mucho más cómodo disparar bien parapetado desde la trinchera con el apoyo de los tuyos. Nada que ver con el público, democrático por diverso, que asiste codo con codo desde los tendidos a una corrida de toros con el sol de morros y perteneciente a todas y cada una de las clases sociales. 


"Quedarse solo por haber llevado la contraria a algún mandamiento de la ortodoxia del propio bando"


Que te aparten y que te hagan la vida imposible. Quedarse solo, en tierra de nadie. Como se quedaron Chaves Nogales y Arturo Barea durante la Guerra Civil por defender la República, pero no estar de acuerdo con las barbaridades que se hicieron en su nombre. El olvido y la capa de silencio elocuente que como una losa cayó sobre ellos después de la guerra son terroríficos. A Barea lo conocimos a finales de los ochenta por la renombrada serie de televisión sobre la trilogía: La forja de un rebelde. A Chaves Nogales nunca le perdonaron que abandonara Madrid en noviembre del 36 acompañando al gobierno cuando era el director del diario Ahora. Tampoco que escribiera la biografía de Belmonte, la mejor que existe de un torero porque hace un retrato inmenso de la época y de los personajes que le rodean, o que no tomara partido en las brillantes y sentidas narraciones breves de A Sangre y fuego. 

En un país que jalea el despechugamiento expresivo es raro que se llame a las cosas por su nombre. El mecanismo perverso de los “huracanes de miedo ante la libertad” entra en juego y gana la partida cuando se pertenece de manera inquebrantable a un grupo, cuando uno no ve lo que tiene delante de los ojos o se niega a verlo si se filtra a la conciencia por algún resquicio. Cuando se ve pero se hace como que no se ha visto, no vayan los espíritus puros a acusarte de desertor o traidor a la causa. Pocos se arriesgan a verse excluidos del grupo de sangre limpia, de la pureza sin mancha. No ver nada y fingir que se está viendo lo mismo que te dicen que veas y esforzarte por asegurarlo, no vayas a levantar sospechas de simulación. 


 "Eran países lejanos por los que solo se podía transitar como un extranjero"

Para entender lo que está pasando en España hay que leer a Cervantes, “que tenía una conciencia política tan aguda, y que con su serena ironía caló mucho más hondo que Quevedo con todas sus interjecciones y retruécanos”. Acompañar a don Quijote al palacio de los duques e introducirse en el Retablo de las Maravillas. Los duques montan un mundo paralelo con gran artificio, sin reparar en gastos para ridiculizar a don Quijote y Sancho. Cervantes denuncia el derroche de la nobleza y la insensatez de las guerras imperiales que engullían el oro de América, crujían a impuestos a los campesinos y hundían en la miseria y la calamidad a la realidad española. Igual que a Sancho, analfabeto, ser cristiano viejo le bastó para llegar a gobernador, al músico del Retablo de las Maravillas se le mide no por su talento sino por su limpieza de sangre. 

Importa el origen sin mancha, la pureza de raza. Hay que esforzarse en ver lo que ven todos los demás. Cuando alguien se atreve a descubrir el engaño, surge la voz terrible, inquisitorial, del alcalde: “De ellos es, pues no ve nada”. De ellos, de los que no pueden ni nombrarse porque sería como reconocer su existencia, mancharse con su impureza. “Solo fingiendo o creyendo ver lo que no existe se está seguro de no pertenecer a ese ellos infame. El solo hecho de ver la realidad y contarla lo convierte a uno en un proscrito, en un disidente, en un raro: en un aguafiestas”. 

En 2008 la economía crecía a un ritmo del 4% anual. MM venía de Nueva York donde los chiringuitos financieros más sólidos habían saltado por los aires. En la calle se cerraban negocios de toda vida. La alarma se reflejaba en los rostros de la gente. En España aún se vivía en el artificio paralelo del engaño de los Duques sin nombre de la segunda parte del Quijote. Hablar de crisis americana era mentar la bicha, propaganda de la derecha para hacer daño al gobierno. 

El verano de 2012 fue un sin vivir de principio a fin. Conocimos a la prima de riesgo enfurecida. Cada mañana nos sobresaltaba con una subida que significaba más paro y más deuda. Aquello parecía el incendio incontrolado de todos los veranos que reduce a cenizas la masa forestal de media España. El autor viaja en el tiempo. Se sumerge en los volúmenes encuadernados de El País de 2007 durante varias horas todas las mañanas. Regresa a casa y al caer la tarde rumia los apuntes de su cuaderno y escribe. Leer los periódicos atrasados es como viajar a un país extranjero, adivinar el pasado, revivir lo ya vivido desde el futuro. 



"Venir a España era llegar a otro mundo"

No es lo mismo viajar en el tiempo, parar, aterrizar en 1936 o 1969 que hacerlo en enero y febrero de 2007. Lo primero significa viajar como un extranjero que divisa el pasado a través de un cristal empañado. Lo segundo es asombrarse por lo que ya no se reconoce de tu ciudad. Reconocer la fragilidad de la memoria, lo selectiva que se vuelve. En 2007 aún resonaban los ecos de la explosión de la T4. Dos inmigrantes ecuatorianos vinieron de lejos para convertirse en carne de cañón de los libertadores de la patria vasca. “Venir de tan lejos para que lo maten a uno y que al poco tiempo no quede el menor recuerdo”. Isaías Carrasco, concejal socialista, de los últimos asesinados de todos, el más desasistido. 

2007 es un disparate, un país salvaje de coches de lujo, viajes exóticos, clínicas de cirugía estética, áticos exclusivos en el centro de Madrid, placeres eróticos. 2007 es un catálogo completo de récords: viviendas para media Europa, treinta y cinco rascacielos en el Manhattan de Cullera, el Pocero de Seseña habla de hacer una ciudad de cien mil habitantes en los páramos baldíos, sin agua. Campos de golf donde más falta el agua. Rodeados por la podredumbre desvergonzada de los pelotazos urbanísticos. Cercados por el furor enloquecido del arte de Damien Hirst y los tiburones disecados en la feria de ARCO. Entregados sin condiciones a la moda importada de los centros comerciales. 




Este  comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero