domingo, 30 de enero de 2011

Manifiesto por la solidaridad, segundo aniversario


Mientras haya un ser humano que pase hambre y sed, ésa es la situación más injusta. Acabar con esa injusticia, la reivindicación más justa de ellos. Obligatoria y necesaria para los acomodados que nos sobra de casi todo.

Semos diferentes

¡Cuánta inteligencia derrochada para el enfrentamiento!


INQUIETUD EN EL PARAÍSO. OSCAR ESQUIVIAS

V – CAMINO DEL PURGATORIO (y 2)

En esta segunda entrega del capítulo cinco de la novela le seguimos la pista a Julián Bayona, a los militares y a los demás personajes que no quedaron reflejados en la primera parte. Esquivias plasma los pensamientos de personajes de todo el espectro social de la ciudad de Burgos. Ahonda en los sentimientos de la gente ante una situación tan extrema como la que les ha tocado vivir. Nos presenta diálogos de gran profundidad ideológica, fiel reflejo de algunos de los momentos más dramáticos de la historia española.


"Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la "señá" Cibeles,
cautivo y desarmado
el vaho de los cristales."
Joaquín Sabina.



Cuando Julián llega a casa la encuentra saqueada. El gato Sebastián, furioso. Luisa aparece el veinte de julio rapada. Ni rastro de Román. En el cuartel de falange unos de su pueblo que van al aeropuerto a recibir a Mola le informan de que lo entregaron en el penal por resistirse a la autoridad.

Mola llega a Burgos el veinte de julio. Su llegada es una fiesta para los sublevados. En su coche viajan el alcalde, Dávila y Gistau. Acompañado por más de cien coches de escolta, entran en Burgos entre el júbilo de la multitud. Le comenta que la bala que mate a Batet será la peor gastada. Desde el balcón del Palacio de la División arenga a la multitud que le aclama. Termina con Viva Sanjurjo, Viva España.

Humillados.

Julián falsifica una carta firmada por Lavilla y con ella se dirige a la Audiencia a interesarse por Román. Le recibe el funcionario Ruiz Vilaplana que, arriesgándose, hace pesquisas. Le informa de que le han soltado por la noche. Quizás esté escondido en algún sitio esperando la noche para volver a casa. Puede que le hayan respetado la vida al ser menor – Vilaplana le da esperanzas - . Al salir del edificio se echa a llorar.

Mola se reúne en el Saloncillo con otros militares. Les confiesa que la rebelión ha fracasado y el cabecilla ha muerto. Él no acepta ser el sustituto. Propone a Cabanellas. Dávila sugiere una dirección colegiada, algo que a Mola le parece acertado.

En casa de los Dorronsoro asistimos a una discusión entre los hermanos. Pilar no cree que haya motivos para ayudar al músico Antonio José del que ha recibido una carta angustiosa pidiendo ayuda. Ella cree que todos se aprovechan de él. Le recuerda que de haber habido una revolución, no hubiera quedado nada de sus posesiones. Al fin y al cabo todos los sublevados eran sus enemigos hasta el 18 de julio. Le da la razón y añade que sólo representan un saco de dinero para ellos. Consciente de que es peligroso, decide arriesgarse e ir a pedir clemencia para el músico. En un ejemplo de que la valentía es contagiosa, ella se echa la manta a la cabeza y lo acompaña.

El autor utiliza a continuación el recurso de una crónica periodística censurada en las palabras del general Cabanellas para narrarnos el júbilo con el que la gente se echa a la calle para recibir a los dirigentes de una sublevación fracasada y por ello más violenta, que sistemáticamente elimina a todo lo que había tenido alguna vinculación republicana. Como si ser buen ciudadano fuera un delito.

Propaganda de izquierdas.

El día de Santiago, fiesta nacional, antes de amanecer, el secretario Ruiz Vilaplana despierta a Julián para ir a Estépar. Han aparecido veinticuatro fusilados. Entre ellos se encuentran el músico Antonio José y su sobrino Román. Le aconseja que no reconozca a nadie. De hacerlo, los próximos pueden ser él y su familia. Román muere como un perro: “Los militares van a actuar como si en vez de personas hubieran aparecido perros muertos”. - Sentencia el Secretario -.

El capitán Mingo, con traje entallado más allá de lo que permite el reglamento, se presenta en la casa de citas para comunicar que pueden abrir, pero sólo para oficiales. Añade que el comandante Paisán lo defendió ante Cabanellas: “Donde va el ejército, van las piculinas”. Se lo dice a Ontañón y Garrús que se esconden en el piso de arriba con el documento firmado en mano.

Manuel Machado.

A doña Eulalia le molestan los socavones de las calles. Don Manuel Machado le contesta que no hay quien trabaje esos días. Los obreros están en las cárceles o se han alistado. No cree que Madrid vaya a caer. Mola lo lleva repitiendo desde el dieciocho.

El capitán Mingo toca al piano un charlestón que bailan con gracia las chicas en Las Gladiadoras. Cuenta que el obispo Castro mandó un rayo que fulminó al maestro Ventura al terminar de tocar una pieza de jazz. El coronel Vallejo corrobora la historia, el estaba presente ese día en el Recreo.

Propaganda libertaria.

Radio Castilla en su sección de “Amenas curiosidades” del 10 de Agosto del 36 enumera la equipación necesaria para la expedición al purgatorio. El locutor comenta que lo más importante es la alegría, fe, ilusión y patriotismo que les sobra a los organizadores.

En la división Dávila y Cabanellas hablan de las estrellas fugaces del día de San Lorenzo. A Dávila le sorprende que Paisán participe en la patochada de la expedición. El Purgatorio se va a quedar sin almas si es verdad que cada estrella fugaz significa un alma que vuela al Paraíso.

General Dávila.

Bromean con el Macabeo que el obispo repite en cada sermón. A Dávila le suena a nombre de tomate. Sólo rumia una leve inquietud cuando firma las órdenes de libertad de presos que en realidad son mandatos de fusilamientos porque los apuntados nunca más vuelven. Dos docenas de presos estarán formulando sus deseos de seguir viviendo la noche de San Lorenzo. Deseos que se truncan con unas detonaciones en la lejanía. El general firmante trata de justificarse, diciéndose que sólo es un ejecutor de la voluntad colectiva que le exige dichas muertes. Reguero de sangre que empapa la tierra es la consecuencia, que deja de ser metáfora.

Propaganda de derechas.

Mola les comunica a los presentes que el causante de la INQUIETUD EN EL PARAÍSO es un avión republicano desertor. Le extraña que Paisán aún no haya vuelto. Amenaza con mandarle al frente, a los aires del Guadarrama. También a Dávila le parece buena idea, como si todo el mundo encontrara la liberación en el desatino de don Cosme.

Si a ratos me puso cuernos la fortuna,
fue de forma fraudulenta.
La patria es una fulana...
Joaquín Sabina



Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

Las fotos y carteles están escaneados de la colección de libros sobre la Guerra Civil: La Guerra Civil Española, mes a mes.

sábado, 29 de enero de 2011

Las fieras entran en la catedral.

"Eran voluntarios que había sido rechazados por sus instructores para ir al frente, bien por su manifiesta torpeza , bien por algún defecto físico."


INQUIETUD EN EL PARAÍSO. OSCAR ESQUIVIAS
V – CAMINO DEL PURGATORIO

En esta primera entrega del capítulo cinco y último seguimos a Rodrigo y don Cosme en su recorrido novelesco. Han ido de la mano hasta ahora. Aquí sus trazados se bifurcan para confluir, al final, en la catedral camino del más allá. Los dejamos justo en el momento en que suena la alarma de bombardeo que provoca el desorden en el interior. En otra ocasión le seguiremos la pista a Julián, Román y el resto de protagonistas que faltan, cuyos destinos coinciden también en la catedral o en el más allá errático.

Rodrigo ha dormido de un tirón. Las gruesas paredes del seminario han amortizado el sonido de bronce de las campanas, no se ha enterado de nada. El seminario está lleno del bullicio de un tercio de requetés navarros que allí se cobijan. Don Cosme le dice que parecen haber retrocedido cien años, a las Guerras Carlistas. Le pide que le acompañe a llevar el sacramento último al primer héroe. Los soldados se arrodillan a su paso; pronto serán carne de plomo en el frente: siempre en las fuerzas de choque franquistas, con tercios enteros desaparecidos en combate.

Un altavoz lanza las consignas de Radio Castilla. Asisten al primer mártir burgalés que, ironías del destino, muere por fuego amigo, de la Guardia Civil, haciendo bueno el dicho de que las armas las carga el diablo. Sus compañeros lloran lo que no lloraron para asesinar a los que aquella noche sacaron de sus casas para dejarlos tirados en las cunetas y montes de las afueras de los pueblos.

El Comandante Paisán sabía en su fuero interno que el golpe había fracasado con la excepción de algunos lugares, precisamente los más pobres y atrasados. No se siente orgulloso del episodio de la detención de Batet. Un cuadro de Bertuchi que el general le había regalado le recuerda constantemente el episodio. Recibe a don Cosme que quiere entrevistarse con Mola sobre el asunto de la expedición. A pesar de que el Comandante le dice que es imposible que el general lo reciba, tiene otras cosas más importantes que pensar; don Cosme insiste. Un telegrama con la noticia del accidente y muerte de Sanjurjo en Estoril zanja la entrevista.

Presos republicanos en el penal de Burgos. De aquí

En la cárcel dejan escribir cartas a los presos por primera vez. Los padres Zamora, Temiche, Ausín y el seminarista Gorostiza harán de censores del penal. Una carta que el músico Antonio José escribe a don Perfecto Dorronsoro cae en sus manos. Se trata de una auténtica muestra de la angustia que tuvieron que vivir los encarcelados en los primeros momentos de la contienda. Una demostración de la arbitrariedad y del estrecho espacio que separaba la vida de la muerte en aquellas circunstancias. Rodrigo se encarga de hacerle llegar la carta de su profesor de música al industrial en el coche del comandante Paisán.

Al llegar al seminario castigan físicamente a Rodrigo por el abandono de su misión de censor. Sucede lo mismo que cuando DQ iba a azotar a Sancho si éste no se alza con aquel grito de rebeldía: “Yo soy mi señor”. Le quitan la beca. Le escriben a casa con la primera advertencia de expulsión. Rodrigo solo, llora en su habitación.

La expedición había quedado un tanto aparcada en vista de los graves acontecimientos que los protagonistas estaban viviendo. Paisán se presenta ante don Cosme para apoyar la expedición. Conseguirá el apoyo de Cabanellas si lo lleva y le ayuda a encontrar a Sanjurjo en el Purgatorio, donde se supone que debe estar purgando sus faltas al morir de repente, sin la debida preparación. Le confiesa que una vez muerto el Marqués del Rif él ya no tiene por qué apoyar las atrocidades de los falangistas, albiñanistas y requetés en la retaguardia. Afirma que Sanjurjo no habría permitido una guerra civil.

"Yo soy representate de la loción Nemo, la mejor para después del afeitado"

Rodrigo lleva el Cristo a la barbería. Le dice a Conchitón que no ha vuelto a ensayar en el piano porque está castigado. Ella le dice que es un seminarista raro, ni pega de cura ni se ajusta a los parámetros de los que tienen vocación. Cabanellas se presenta en la barbería para que le pelen y detrás Paisán. El general acusa a los militares de tenerle secuestrado en el palacio de la división, afectado por lo que él mismo admite tener encima: “Yo soy un viejo que dice a veces disparates”. El comandante se lo lleva y ordena al cabo que tome nota de todos los presentes por si aquello sale de la barbería y se hace público: la represión y falta de libertad ha comenzado.

El Arzobispo Castro vuelve a la catedral una vez que sabe que don Cosme está ocupado en la organización de la excursión. No acaba de ver por dónde ni qué puerta tienen que abrir para hacer la incursión al Purgatorio. La cripta está impracticable, no lleva a parte ninguna. Estébanez se presenta con un ejemplar del día de El Castellano. Además de una relación de los donantes para la causa en la que destaca la desproporción a favor del donativo de los Dorronsoro, hay un decreto firmado por Cabanellas el treinta y uno de julio por el que se autoriza la expedición al Purgatorio. Paisán va también como su representante personal para firmar tratados con las autoridades del Purgatorio. El obispo piensa que últimamente, sólo se dirigen a él tarados.

Don Eduardo Ontañón se dirige a don Cosme para decirle que si Conchita Plaza está en la nómina de la expedición, él la sigue aunque sea al infierno. Don Cosme le aclara que sólo asistirá a la cabalgata cívica de la catedral en calidad de figurante, para dar realce a la despedida. Le acompañarán el Comandante Paisán y veinte hombres. Le pide que no se arriesgue, sabe que está amenazado. Desde que salió la noticia de la expedición, no termina de recibir visitas de gente amenazada que ve en la excursión una manera de salir de Burgos. Don Agustín Garrús también quiere unirse. Le confiesa que su vida corre peligro en la ciudad. Le pide al padre penitenciario que recuerde la promesa que le hizo en su día de llevarle en calidad de “miembro de honor”. Don Cosme le contesta que si está perseguido, es peligroso que acuda esa noche a la catedral, aquello estará lleno de militares y periodistas a los que nada les gustaría más que narrar en directo el apresamiento de un peligroso masón. No se despiden sin antes aconsejarle que no se fíe ni de su sombra esos días: “En Burgos todos somos un poco artilleros”. Le promete que hará todo lo posible, pero no puede asegurarle nada.

El obispo hace regresar a Belzunegui de sus vacaciones en Pamplona. Hay muchos cultos que atender y se le requiere al órgano. Aquel día los funerales eran por tres seminaristas, estudiantes de Teología caídos en el frente. Presidía los actos la plana mayor de las autoridades militares y religiosas. El coro de los niños expósitos, como en El Hereje de Miguel Delibes, también cantaba en los funerales. Hay más similitudes en esta escena: el padre de Rodrigo le requiere para llevárselo al pueblo, como don Ignacio Salcedo se había dirigido en el S. XVI a Cipriano Salcedo al terminar un funeral cuando éste era también miembro del coro de niños expósitos. Su padre le cuenta que ha venido a Burgos a buscar a su hermano Bernabé que llega de Roma. Él ha conseguido que la Guardia Civil le devuelva el coche que le habían requisado, utilizando todas sus influencias vaticanas. Le pone al día de las noticias políticas que incluyen el encarcelamiento de Albiñana en Madrid.

Conchitón trata de convencer a Rodrigo de que debe volver al pueblo y obedecer a su padre. Le confiesa que nada hay que deteste más. Él ingresó en el seminario para alejarse del pueblo y de la familia a la que no soportaba. Se considera con más derecho que nadie de formar parte de la expedición porque ha leído a Dante y además es poeta. No importa que sea menor de edad.

El Ayuntamiento había hecho una excepción con los Condes de Castifalé para permitirles en su palacio las únicas luces de la ciudad debido a los bombardeos. A las puertas de la catedral estaban representadas las instituciones y empresas particulares que habían aportado para sufragar la expedición. Destacaba Urraca Pastor con su cotorra que cantaba en italiano, pero no era capaz de aprender el Oriamendi. Le cuenta al redactor de El Castellano que su presencia se hace necesaria para no dejar todo el protagonismo a la falange que llegan dando el pisotón con el pie izquierdo en el empedrado de la calle. De abanderada, Conchita Plaza. Considera el acto una burla a la fe cristiana.

"La iglesia ha cambiado mucho desde nuestros tiempos, amigo Bayona"
Brueghel el Viejo.

El padre Ausín, reclamado por las gladiadoras, sólo ha venido con las llaves de la puerta de la Coronería que hace siglos que no se abre. Julián lo hace con el tío Azumbre, ciego de nacimiento, pero que no quiere perderse la movida. Dice que a él le faltan datos para juzgar: si no sabe en qué consiste el más acá, malamente se puede hacer idea del más allá. Julián estaba fúnebre aquella noche a pesar de haber estado bebiendo en la taberna junto al tío Azumbre varias horas que le animaron a unirse al gentío de la catedral.

Aparece Paisán junto a su tropa. Una veintena de exentos del frente por tara. La gente, entusiasmada. Él habría preferido la discreción, pero la vanidad del padre Herrera les había abocado a la solemnidad de los momentos más importantes, lejos del afecto de Dávila que lo consideraba un “garbeo catedralicio”. Don Cosme y Paisán pasan revista a las tropas formadas. Rodrigo y Conchitón se apresuran porque llegan tarde. Aparece Agustín Garrús que ha estado escondido por masón y quiere marchar. No hay quien contenga a la gente que se precipita dentro de la catedral cuando el padre Ausín abre las puertas. El padre Cosme se enfada porque en sus planes no entraba el caos de la gente que entra como fieras en la catedral. Le pega un rapapolvo de cuidado a Rodrigo. Le conmina a volverse al seminario donde le espera su familia.

"La muchedumbre se aplastaba en la escalera"
Foto tomada prestada del blog de Mari Ángeles Merino

En este momento de confusión incontrolada el autor le da un toque mágico a la narración. Recurre al truco del ciego, Tío Azumbre, para que Julián le narre qué pasa en el interior del templo abarrotado de curiosos sin ahorrarse ni un detalle. Hasta los olores son importantes, por eso sabe el ciego que Conchita Plaza está dentro, no quiere perderse el histórico momento. Don Cosme se dirige al túmulo del Arcediano Villegas en un lateral. Una vez desplazado el libro de sus manos, suena la alarma de bombardeo en la catedral con las puertas cerradas. Sucede el caos. Paisán quiere que aquel circo termine: Se quedó mudo: “No pudo evitar un estremecimiento y se sintió, de repente, cubierto de sudor.”

"Te rezan mil soldados
y el palacio está en llamas,
tu general arría mis banderas,
las fieras entran en la catedral."
Joaquín Sabina



jueves, 27 de enero de 2011

Una visión que le trastorna y la inquietud espiritual de Cipriano Salcedo



"Cipriano pasó por casa de su tío Ignacio y le pidió un ejemplar del Enchiridion de Erasmo"


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO X

Capítulo curioso en su desarrollo. El autor mezcla las inquietudes espirituales de CS con la caza de la perdiz con perdigón. Intenta llenar su carencia de formación en temas teológicos con lecturas de calado. La visita al doctor Galache proporciona a la pareja una cierta paz en sus relaciones conyugales. Dicha visita y doctor nos recuerdan a otra que realizó su padre, Bernardo Salcedo, a la eminencia de la época, doctor Almenara. Delibes mezcla y fusiona los escenarios rural y urbano a través de la visión del sapillo en la ciénaga que tanto le perturba en la ciudad.

El luto no endereza la marcha de las relaciones en la pareja. Ella sigue con sus apremios maternales. CS visita al doctor Galache que le dice que todo está correcto. Le pide que le lleve a Teo: ellas suelen ser las causantes de la infertilidad. El piensa que no está preparada. Decide ir a Pedrosa a quitar las cepas del terreno ligero de Villavendimio y plantar pino albar en su lugar, al menos sabrá la producción con dos años de antelación. Los pinos anuncian la cosecha de piñones dos años antes.

CS acepta la invitación de Pedro Cazalla de cazar la perdiz con perdigón. De nuevo una lección de caza, esta vez una modalidad antigua. Se introduce el macho en una jaula. Cuando lanza el coreché, vienen otros machos a disputarle la hembra que a veces le acompaña. El cazador escondido en un tollo dispara con el retaco, que aún no está bien resuelto, porque tarda cuatro segundos desde que el serpentín percute la mecha hasta que se produce la explosión. Con todo, aquella mañana que había empezado al ser de día, cobra dos machos. A CS no le gusta esta modalidad de caza porque juega con el amor. Cazalla repone que no le queda otra opción. Si no disparara, el macho no volvería a cantar.

 
"El macho apenas es algo más que un minúsculo irrigador, un saquito de esperma."De aquí.

CS se sienta a refrescarse junto a una charca y observa cómo se aparea una pareja de sapos. La hembra, diez veces mayor que el macho, semeja un saquito de esperma. La imagen le atormenta. La desproporción de los batracios, le recuerda el desequilibrio físico de peso en su relación con Teo. Cada vez que intenta un acercamiento a ella, le viene la imagen del saquito de esperma fecundador. Ella vocea y grita sin tino. Llora, embutida en sus ropas de luto, lo que aleja cada vez más a CS de ella. Él le propone una visita al doctor Galache que les dice que la mecánica reproductora de ella no está opilada. No le es necesario prueba supersticiosa como la del ajo para dar su diagnóstico. Lo único recomendable es paciencia y distracción, que se olvide la ansiedad. Los Salcedos “machos no son excesivamente fértiles, pero tampoco estériles, necesitan tiempo”. Para él le receta: “un preparado de escorias de plata y acero para aumentar la eyaculación”. A ella le aconseja: “una abstinencia sexual de cuatro días seguidos cada mes y, en la noche del quinto, a la hora de la coyunda, bébase un zumo caliente de salvia de sal”. 


 
"El Enchiridion es mucho más áspero que todo eso, Alonso Fernández le quitó el aguijón, lo maquilló."

La visita al doctor tiene la virtud de aventar la angustia y la ansiedad. CS ahuyenta la imagen sapina. La abstinencia le provoca apremios. Provoca tantos cambios que incluso el alivio de luto de Teo, con una cinta al cuello, le acerca a ella. Ella va cogiendo gusto por la contabilidad al bajar todos los días a la tienda. La relativa paz del hogar le devuelve el sosiego necesario para volver a escuchar los sermones del doctor Cazalla. Éste se muestra duro con los frailes que tenían vasallos y con los obispos entregados a la buena vida, abandonados a la carne. Suaviza las críticas inteligentemente refiriéndose a Cisneros, figura respetada que también había atacado los mismos excesos. CS lee el Enchiridión de Erasmo, pues sospecha que Cazalla ha utilizado a Cisneros de pantalla. Hace una lectura atenta, pero pronto descubre que le falta formación para comprender el fondo de la obra. Le queda “la inquietud inicial del disidente, el desasosiego, la necesidad de hacer preguntas”.

"El Doctor mentó a Cisneros, confesor de la Reina Católica, un hombre que en su día se había alzado contra estos excesos"

CS marcha a Pedrosa dispuesto a paliar el defecto de formación. Piensa que Pedro Cazalla será un buen director espiritual. El párroco le comenta que la traducción del libro de Erasmo que ha leído está muy dulcificada, se trata de un libro amable así tratado. Le comenta que lo importante es la fe para salvarse. Las obras del mundo no son inútiles, pero en modo alguno imprescindibles. Le recomienda la lectura de “El beneficio de Dios”. Don Carlos de Seso lo ha traído de Italia. El padre tiene un ejemplar manuscrito de una traducción propia. Siente que este curilla de pueblo le está mostrando “una nueva dimensión de lo religioso: la confianza frente al temor”. Le pide a CS que no se deje asaltar por prejuicios, no todo lo luterano es malo. La Iglesia necesita una reforma: “El miedo nos impide aceptar de los protestantes verdades reconocidas por nosotros de antemano”. Continúan la conversación en casa en torno a “Los beneficios de Cristo”, que el párroco le deja a CS y que éste le devuelve al día siguiente después de misa; libro sencillo, pero de gran profundidad. Una apasionada exaltación de la justificación por la fe. “Su lectura me ha hecho mucho bien” - comenta Cipriano Salcedo a Pedro Cazalla al devolvérselo. 

 Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.

martes, 25 de enero de 2011

Habla popular de Lumbrales (70)

El Cebón de las Merchanas con el "entreúltimo" álamo (ya seco) de la Carretera.


Entre medias de: En medio de. “La liebre pasó entre medias de los dos y ninguno fue capaz de tirarle.”
DRAE: 1. adv. t. Entre uno y otro tiempo. U. t. c. adv. l.
No está en el DCT.
BDE: Entre: prep, h. 1140. Del latín INTER.

Entreúltimo: Penúltimo. Justo antes del último. “Entró el entreúltimo en la meta.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Entrizar: Apretar algo entre dos cosas duras."Cuidado, que me entrizas con la puerta."
DRAE: 1. tr. Sal. y Zam. Apretar, estrechar, meter en un sitio estrecho.
No está en el DCT.

Envarbascar: Ensuciar. Lodar. “Las ovejas estaban envarbascás de barro”.
No está en el DRAE con esta acepción.
No está en el DCT.

Enviejar: Vulgarismo en lugar de envejecer.
DRAE: 1. intr. Sal. envejecer.
No está en el DCT.

Envilmar: Endongar, arreglar. “La envilmó Chapuzo como pudo la cruz de la sepultura y le puso unas flores que llevaba.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

¡Équilicual!: ¡Eso es, acertaste!
No está en el DRAE
No está en el DCT.

Esbandujar: Sacar el bandujo de una res. Deshacer, estropear, despedazar.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Esbarrancar: Desconchar sin querer las paredes de la casa. “Esbarrancaba la pared cada vez que pasaba con el carro.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Esbarrancón: La acción o consecuencia de esbarrancar. Desconchón. Trozo de yeso que se cae de la pared. “Menudo esbarrancón preparamos al subir el mueble.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Esblanquiñao: Cuando uno está descolorido porque no le ha dado el aire ni el sol, enfermizo. “Algo le debe pasar pues está muy esblanquiñao.”
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

Esbocarrao: Deslenguado, insolente, contestón. “Un esbocarrao, que es un sinvergüenza”.
No está en el DRAE.
No está en el DCT.

El color verde aceituna en algunas palabras o expresiones indica que son de reciente incorporación, posterior a Mayo de 2007.

Abreviaturas utilizadas:
DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.
DCT: Diccionario del Castellano Tradicional.
BDE: Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Joan Coromina.


La foto de las ovejas es de Jaime Grandes. La de los esbarrancones, de Jose María Torrecilla y la otra es mía.

domingo, 23 de enero de 2011

La locura desatada

Los pies bien hundidos en la misma tierra. Francisco de Goya.


INQUIETUD EN EL PARAÍSO. OSCAR ESQUIVIAS

IV – LA SUBLEVACIÓN

El dieciocho de julio a la taurina hora de las cinco de la tarde cuando más calienta el sol, unos cuantos ciudadanos de Burgos oyen el mensaje de Casares Quiroga por unos altavoces que habían instalado en el Teatro Principal. El mensaje no quita el gesto de preocupación del rostro de las escasas personas que a esas horas se encuentran allí. Niega que se haya declarado el Estado de Guerra. Asegura que cuentan con la adhesión de todas las fuerzas, excepto algunos miembros del ejército de África. Sin embargo, continúan los rumores de todo tipo sobre la situación real del país. El calor era demasiado para pensar en otra cosa que no fuera buscar la sombra.

Gobierno Casares, último de la 2ª República en paz.

El Gobernador Fagoaga convoca a los periodistas para comunicarles la calma en la ciudad. Afirma que algunos ciudadanos se han ofrecido para defender la República. El ejército está acuartelado y Batet llegará ese mismo día a Burgos de un viaje por los acuartelamientos de Logroño y Estella. Sólo los mosquitos parecían estar dispuestos a sublevarse aquella tarde.

Propaganda de Derechas.

Antonio José y Saturnino Calvo, el orfebre, cambian impresiones sobre arte en los servicios del teatro. Se quejan de que trabajan por amor al arte. Hoy van a tocar fragmentos de su ópera “El mozo de mulas” y no va a ver ni un céntimo. Saturnino le comenta que con su planta bien podía dar un braguetazo con Pilar Dorronsoro, sin duda un buen partido. El músico le responde que si le hiciera caso en no escribir si no hay guita, tendría que dejar la carrera de compositor. El obispo le tiene prometida la excomunión al orfebre si no devuelve el anillo que le birló al obispo Benlloch.

Propaganda de derechas.


El incidente de los culazos a los camareros por parte de los señoritos de falange que sucede a continuación de la actuación del Orfeón de Burgos, es un reflejo de lo que ocurrió después de la sublevación con los distintos sectores que les apoyaron: los militares sometiendo a todos sus apoyos.

Propaganda de izquierdas.

El autor dibuja al personaje del general Dávila como el más moderado de los golpistas. Odia a los señoritos como Dorronsoro, ejemplo de cacique de provincias, que se declara republicano. El está seguro de que cambiaría de chaqueta con tal de que respetaran sus privilegios, su vida apacible y donjuanesca. Ellos se levantan contra el marxismo que controla el gobierno y necesitan el dinero de los ricos para comprar material bélico que es lo que hace ganar las guerras. A continuación, el autor hace un repaso a todos los personajes reales que han ido saliendo en la novela desde la perspectiva de un militar. Mari Cruz Ebro, La Pompadour de Benlloch, lagartona con un poder que le proviene de sus escritos. Es cotilla y roja pero se hace los vestidos en Vitoria y juega a las cartas en el Salón Recreo. Tiene conciencia social. Urraca Pastor, “se exhibía en Burgos y jugaba a provocar a la policía”.

Hermanos Machado

Machado ha perdido el tren a Madrid porque no tuvo tiempo de terminar un poema que le había prometido a una camarera del hotel Reina Isabel en el que se aloja. Su mujer se puso como un basilisco. Estébanez les dice que mañana bendecirán haber perdido ese tren a Madrid. Vaticina que esa noche será caliente. Se aloja en el mismo hotel gente importante como Pedro Sainz Rodríguez, coordinador de la sublevación civil y hombre de confianza de Sanjurjo. Estébanez presenta Machado a Dávila como el “poeta derechista de rimas consonantes”. Odia a su colega Sanjurjo al que considera putero, tabernario, simpático, simple y patriotero, de la casta del general Silvestre que llevó a la muerte y al desastre a miles en Annual. No obstante se había convertido en la esperanza para la regeneración de España, según la casta militar. Paisán entra en el teatro con la noticia de que han detenido al general González Lara, camino de la Dirección General de Madrid. Antes ha confesado a Batet estar al tanto de la sublevación que tendrá lugar con Sanjurjo a la cabeza.

Román, que ha pasado los tres últimos días con Marcelo, le explica a Julián que Alto Caballero quiere la Dictadura del Proletariado que viene de prole: “tener muchos hijos”. Le interesa lo de repartir el dinero y las posesiones de los ricos. Le chifla, sobre todas las cosas, el reparto de las mujeres a partes iguales.

Román ha quedado con los compañeros para pedir armas a la Guardia Civil. Si no las reparten por las buenas, asaltan el cuartel. Julián piensa que esto va a acabar mal. Le molesta la radicalización de su sobrino. Decide acompañarle camino de la Casa del Pueblo. La ciudad está tranquila. A la gente lo que le interesa es comer caliente. “Nadie piensa en Alzamientos ni en revoluciones”. Marcelo se dirige a unos doscientos. Les informa de que en Madrid todo está tranquilo, los trabajadores en la calle defendiendo a la República. Pasan la noche de patrulla en la calle. La Guardia Civil les ha dado armas antiguas, mosquetones inutilizados de la guerra de Cuba. El Relojero mete a su sobrino en un tugurio mugriento.

Dávila trata de tranquilizarse diciéndose que la detención de González Lara no le preocupa. Sólo con la detención de todos los oficiales de la guarnición, pueden dar al traste con la rebelión. Sin embargo, cada vez se siente más inquieto. La angustia le empieza a invadir. El músico Antonio José se sorprende de la felicitación tan efusiva que recibe del general, cuando antes apenas si se saludaban.

Las campanas de todas las iglesias de Burgos repican cuando Julián, borracho como una cuba, trata de explicar a Román que “El tiempo no existe, muchacho. Lo inventaron los sacerdotes de las civilizaciones esclavistas, que miraban al cielo mientras el pueblo construía la torre de Babel y sus pirámides…” Qué bien se expresa el relojero cuando el ojén ha hecho su trabajo.

Mola en la Plaza del Castillo, Pamplona.


Son las “un quart de tres de la matinada” que las campanas despiertan a Batet. Su ayudante le comunica que la guarnición se ha sublevado y son vitoreados por la población. Su decepción es tan grande como su asombro. Mola le llama para comunicarle que asume el mando de la división. No hay negociación posible, convencido de que es necesario una acción violenta para regenerar la patria, importándole una higa las consecuencias de su acción. Encima tiene la desfachatez de decirle que la llamada es por el respeto que le tiene. Ellos no están contra la República, están contra el comunismo.

¿Voluntarios?


Julián y Román quieren enterarse por quién doblan las campanas. Por la calle saludan a don Manuel Santamaría con la desinhibición que dan unos cuantos vasos en la taberna. Va con su hijo Ulises, vestido con la camisa azul que sus hermanas le acaban de coser. Se dirigen al banderín de enganche de falange, a alistarse a las columnas de voluntarios que marchan sobre Madrid.

El diálogo entre don Manuel Santamaría y Julián Bayona da en la clave de los acontecimientos que sucedieron aquel día en la zona en que la República no tuvo la fuerza para imponerse. “Si quieres sobrevivir, tendrás que unirte a los que tienen la fuerza”. El instinto de supervivencia que el miedo hace aflorar, consigue que el ex alcalde socialista sacrifique a su propio hijo. Le servirá de aval para salvar el pellejo. Le recomienda hacer lo mismo con Román. La despedida fue fría.


Un torbellino de euforia desatada y gente amenazadoramente vociferante ocupa las calles. La turba los engulle como si fuera una hidra que los atrapa. Borrachera de peligroso patriotismo fanático y religioso. Mezcla de cantos fascistas y Asturias patria querida, de iglesia, escapulario, imágenes del Sagrado Corazón y detentes al cuello. Ni un solo tiro en defensa del régimen. Se espera a Sanjurjo como a un don Pelayo que desde la Cabeza de Castilla empiece la reconquista. Imposible encontrar a Román, perdido para siempre.

"Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza"





Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía de Oscar Esquivias, basada en la Guerra Civil, que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

Las fotos B/N y las de propaganda están escaneadas de la enciclopedia La Historia se Confiesa.

sábado, 22 de enero de 2011

La trama militar

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En 1936 se consuma el nuevo fracaso de la modernización.

INQUIETUD EN EL PARAÍSO. OSCAR ESQUIVIAS
III – EN LA CASA DEL PUEBLO (3)

De las historias paralelas que se narran en este capítulo tercero y cuyos protagonistas van a converger en casa de la señora Anastasia que está moribunda, nos resta por trazar la evolución de los personajes militares a lo largo del relato. Vamos con ello.

El capitán Paisán, haciendo honor a su nombre pero con efe, se mira en la cristalera de la librería Ontañón. De su interior sale la conversación de unos poetas desaliñados y pelos de hambre. La huelga de la construcción ha llenado las calles de obreros desocupados que fuman por las esquinas. Tiene una cita con el general en la reserva Fidel Dávila, hombre prudente de largos silencios y único que conoce cuántos y quiénes están al tanto de la conspiración. Le pide al capitán que vuelva con el general González Lara y trate de calmar sus ímpetus; Batet es leal a la República.

Don Agustín Garrús, seguido por su interés de filólogo, ha seguido a Dávila y cree que algo gordo se está preparando.

González Lara le comunica al capitán Paisán el lugar y la hora de la cita con Dávila. Para explicar la situación de España, habla de una familia en la que sus miembros se odian. La mujer se ha insubordinado y la casa se ha desgobernado tanto que la situación sólo se arregla a hostia limpia. Como si a hostias no se estropearan más las cosas. “La historia nos contempla admirada” – dice el general - . Afirma que hablan de la República por no decir España. Será como ahora que usan circunloquios como “conjunto del Estado” para no pronunciar lo que tanto les ofende. El capitán está en el bando de los golpistas por fidelidad familiar con Sanjurjo aparte de la decepción que sentía por los políticos republicanos, la misma que por los monárquicos.

Como disponía de dos horas, decide ir a las caballerizas. Encuentra a Tormento intranquilo por el calor. Lo arrasca con un cepillo áspero por el lomo. Aparece Batet. Su aspecto “transmitía la energía y autoridad de quien está acostumbrado a mandar”. En su mirada de desamparo se detecta la soledad del que tiene a sus órdenes responsabilidades importantes. Le quedan a lo sumo un par de días de mando. Aprecia al capitán porque es el único que repara en los cuadros de Bertuchi, de temática marroquí, que cuelgan en su despacho. Conoció a su padre y siempre ha lamentado su trágica muerte en el Protectorado.

"Paisán tenía la sensación de entrar en uno de esos retratos flamencos, en los que hay demasiada gente y trastos por las paredes"

El Purgatorio de Brueghel el Viejo


Esquivias opta a continuación por presentar la reunión clave de los conspiradores con el general Dávila como si de una comedia de enredo se tratara, desde la elección de la casa de una moribunda que se muere todos los jueves, pasando por el sereno que parece estar al tanto de todo, hasta el cachondeo de las contraseñas, todo muy similar a cuando hacíamos los cambios de guardia en la mili. No era raro escuchar al cabo de guardia amenazar a algún novato que pedía la contraseña en el cambio: “A que te quedas ahí en la garita dos horas más por bobo”. Parecíamos el ejército de Pancho Villa. Se reúnen dos docenas de personas en un saloncillo que a Paisán le parece uno de esos cuadros flamencos atestados de gente y cosas diferentes, tan pequeños que parecen dibujados con la ayuda de una lupa. Se reúne los representantes de derechas, lo "más digno y noble" de la Cabeza de Castilla. Gente de orden, pero del que ellos quieren. Diferentes intereses, imposible de unir si no es por el odio a la República. Ponen el asesinato de Calvo Sotelo como excusa, como si la muerte de un solo hombre justificara la masacre que desencadenó.

Dávila teme que se echen atrás a última hora, por eso los ha reunido. Para que conociéndose, se comprometan. El golpe será el dieciocho. El ejército se echará a la calle y tomará los lugares estratégicos. Cogerán prisioneros a todos los leales al gobierno. A Dávila no le parece bien que en la reunión no esté representada la Guardia Civil; eso significa que habrá enfrentamientos. Las Juntas Locales sustituirán a las autoridades. Sanjurjo volverá del exilio para hacerse cargo de la rebelión. Marchará sobre Madrid en caso de que no caiga en un primer momento.

Don Bonifacio Zamora recomienda evitar la confesión en la catedral. Don Cosme es algo timorato en cuestiones políticas. Paisán, confiado por pasar al fin a acciones violentas y comprometidas. Su misión será colaborar en la destitución de Batet, seguro de su determinación. Suponía que en todas las provincias y pueblos de España habría reuniones similares entre los lesionados en sus derechos y privilegios por las reformas de la República. La reunión se disuelve con la llegada de don Cosme que porta el viático para la enferma, señora España.

No podíamos despedir el comentario del capítulo sin hacer referencia al episodio en el que Pilar Dorronsoro le insinúa leotardo, cuando don Eduardo Ontañón le pide una palabra que rime con nardo. Huye del poeta cuando le pide un momento para darle cuenta de uno de sus proyectos; no están los tiempos para dispendios en la empresa. Su compañera de paseo, Cruz Ebro, llevaba un vestido ajustado que la hacía tripuda y culona, tan embutida en él que habría ganado de Perfecto Dorronsoro, perfecto tasador de féminas, el sobrenombre de “Mari Foca Ebro”. Pilar no se había casado por no tener que aguantar hombres. Sin embargo, aguantaba a su lado a su hermano con todos los defectos. Ya tenían alfombrado el suelo de palomas, llamadas por el pan que le tiraban que unos le pegan un tirón al saco de los rebojos de pan duro para aliviar el hambre. Dura imagen de una madrasta España de Azañas y Machados en la que viven mejor los pájaros que los humanos. Desde ese día siente que las líneas elegantes de su Hispano Suiza ya no la separan de la realidad de los parias de la tierra. Renace la esperanza:

"España camisa blanca de mi esperanza
a veces madre y siempre madrastra
navaja, barro, clavel, espada;
la muerte siempre presente nos acompaña"



Este comentario pertenece al club de lectura sobre la trilogía basada en la Guerra Civil de Oscar Esquivias que dirige desde La Acequia, Pedro Ojeda Escudero.

jueves, 20 de enero de 2011

Proceso de fogosidad, enfríamiento y sosiego espiritual de Cipriano Salcedo.




 

Teo era como "una Venus de mármol llena de agua caliente"


MIGUEL DELIBES. EL HEREJE
LIBRO II. LA HEREJÍA
CAPÍTULO IX

Los hechos que se narran ocurren en una triple localización, a caballo entre la casa conyugal de Valladolid, Pedrosa y La Manga. Ocupan el periodo de rijosidad conyugal que sigue al enlace matrimonial y posterior enfriamiento provocado por las reacciones imprevistas y desproporcionadas de Teodomira, mujer de fuerte carácter y personalidad bien definida en su inestabilidad. A medida que disminuye la fogosidad de los primeros meses de matrimonio, aumenta en CS la necesidad de paz espiritual. Se siente fascinado por la profundidad de pensamiento del padre Pedro Cazalla, Párroco de Pedrosa y lector de Erasmo. La dificultad en el embarazo con la consiguiente ansiedad de Teodomira, basado en el concepto de matrimonio como única vía legal de procreación,  junto a los conflictos de su padre,  Segundo Centeno,  y posterior muerte truculenta,  conforman el contenido de un capítulo ameno, prolijo en acontecimientos.

En efecto, los primeros meses del matrimonio marchan con viento a favor. Por las tardes Teo pasea con su caballo Obstinado, que poco o nada tiene que ver con la obstinación de su amo por darle puerta. Un día CS le regala un elegante potrillo alazán que le hace aflorar lo peor de su genética. Le hace desvariar y gritar como si fuera la rabieta de un niño maleducado,  cuando no se complacen sus desvariadas exigencias. Él, que según ella, lo hace por llevarle la contraria. Élla, en cambio, piensa que se avergüenza de tenerla a su lado. CS transige por no montar números, pero pronto se da cuenta de su alejamiento, de haber ordenado su vida al margen de los accesos de humor colérico de ella. Por la mañana va al almacén. Las tardes las llena con el taller y la casa, donde retoma la lectura que tenía abandonada desde que salió del colegio. Su vida sexual funciona al ritmo de la habilidad de los dedos ejercitados en el esquileo que ahora Teo emplea en su relación. Se desenvuelve en el esquema de hombre pequeño que hace gozar a mujer grande y activa que a su vez sabe cómo motivar y valorar la acometividad del macho aguerrido.

La falta de vellosidad y ausencia de sudoración de Teo constituye otro aliciente añadido para él. La proclama como la  “Venus de mármol llena de agua caliente”. Se trata de una auténtica atracción entre contrarios; el pone la fuerza del macho y la fealdad de la abundancia de pelos.

Gabriela acepta a Teo como una más de sus amigas. Se sorprende de las cosas que le cuenta de la vida en el campo como:  la higiene, los vestidos;  uno de diario y otro para las fiestas o la convivencia con los animales. Teo valora el dinero porque sabe lo que cuesta ganarlo. Todos los meses va a visitar a su padre, incluso planea subir a La Manga en primavera para ayudar en la semana del esquileo. No fue necesario porque su padre Segundo se volvió a casar con la hija de Telesforo Mozo, Petronila. Con el enlace mató dos pájaros de un tiro, a partir de ahora dispondría de “mujer para yacer y obrera para esquilar”. Su hija, reticente al principio, comprende a su padre cuando éste valora el trabajo que ella hace en la casa. Telesforo obtiene el derecho a que diez ovejas de vientre pasten  al mismo son de las del amo,  sin gastos, que fueron diez más al mes siguiente al no tener nada firmado, como siempre se han hecho los tratos en el campo: de palabra y un apretón de manos que vale más que cualquier firma, en caso de no haberse dado de bruces con la avaricia del pastor Telesforo.



 
"Divisó a un cura sentado en el poyo del templo leyendo un libro". Foto de aquí

CS va a Pedrosa en Abril. Las nuevas cepas plantadas en los terrenos más ligeros de Villavendimio no prosperan. El rentero opina que tampoco medrarán sembradas de cereales. Por la tarde, desde la fonda de la Plaza de la Iglesia observa a un cura que lee absorto, ajeno al ir y venir de las gentes. Se presentan. Se trata de Pedro Cazalla, hermano del predicador de Valladolid que tanta admiración le causaba. Él también cree que la espiritualidad es la mayor virtud de sus sermones. Por eso el Emperador Carlos I lo lleva de asesor en sus viajes por Europa. Le cuenta que relee a Erasmo. CS se siente atraído por “la pasión de la lectura, la novedad de sus ideas, la falta de paternalismo tan frecuente en los curas rurales”. Ama la naturaleza, gran observador de su fauna y se extraña de su formación en un colegio de niños expósitos. CS le informa de que allí fue erasmista. Llegó a pelearse por Erasmo sin saber siquiera quién era. Gran metáfora de los conflictos religiosos del momento: la gente se mata sin saber por qué ni por quién.


Los libros de Erasmo censurados.

Pedro Cazalla le sigue contando, nostálgico, que aquellos días lo fueron de esperanza. El Rey y el inquisidor Manrique apoyaban a Erasmo cuando éste atacó a Lutero en la segunda parte de su Hyperaspistes. Posteriormente, Manrique dejó de apoyar al teólogo holandés y los frailes aprovecharon para atacarle. Se produjo una contrarréplica. Se entró en una espiral acción – reacción que hizo fracasar la Reforma. No obstante, algunos siguen creyendo en la Reforma que Erasmo propone para la Iglesia. En el camino de vuelta a casa piensa en la conversación con Pedro Cazalla “Ahora comprendía mejor la sensación de vacío que le producían los sermones del Doctor” y su melancolía por intentar la Reforma.



Lutero ante el Emperador en Worms.
1521.The Granger Collection, New York

Teo
le echa de menos. Es la primera separación de la pareja. Como compensación de la ausencia, CS escala por cuatro veces a la meseta de las protuberancias. Por cuatro veces aguanta CS la avidez de la “Estatua Apasionada”, antes de caer exhausto entre las axilas de ella. Teo comienza a obsesionarse con el embarazo. Llevan diez meses casados y nada. El se justifica diciendo que los Salcedo nunca han destacado por su fertilidad. La impaciencia de Teo se tradujo en una avidez sexual desordenada”, indiferente a los consejos de su marido que le dice que lo mejor es olvidarse y esperar. Ella va perdiendo la fe en él poco a poco, también la fogosidad. A esta preocupación se añaden los conflictos de su padre con el pastor Telesforo que ahora pretende llevar las ovejas de medias. La reacción es fulminante: despide al pastor y se amanceba con la Benita, hija del pastor de Wamba. Petronila, la otra, se siente despreciada. Incluso la obliga a hacer la cama adúltera. No hace caso a su hija Teodomira que trata de mediar en el conflicto. Es consciente de que no hay hombre que acepte de brazos cruzados el despido, el desprecio y la humillación de una hija.

CS viaja a La Manga una vez por semana. Quiere darle tiempo a su mujer antes de considerar el matrimonio fracasado. Duerme mal sin el resguardo de la axila. Se levanta con tortícolis. Una mañana CS tiene que partir para La Manga porque le llega un correo con la noticia de la muerte de su suegro. Telesforo le ha seccionado la garganta por causa de la vejación propia y de la hija. El causante no merece vivir. Las ovejas de Segundo pasan a Teodomira y Estacio se queda encargado de los pastores.



"Le habían seccionado la garganta con un hocino"

Francisco de Goya



Este comentario pertenece al grupo de lectura colectiva que desde La Acequia coordina y dirige su autor, el profesor Pedro Ojeda Escudero.